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Vender, no vender y el verdadero drama de Detroit

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El Emergente
Por Ignacio Serrano

Los Tigres cuentan con el mejor bateador del beisbol, Miguel Cabrera.

Tienen a uno de los principales ases de las Grandes Ligas, David Price, y al líder en efectividad de la Liga Americana hace dos años, Aníbal Sánchez.

Su cerrador Joakim Soria tiene un historial impecable, salvo por la lesión que hace tiempo le llevó al quirófano.

Víctor Martínez, su bateador designado, viene de ser uno de los principales productores de 2014.

¿Cómo es posible que esa novena, una divisa con Ian Kinsler como camarero y que sumó el peligroso madero de Yoenis Céspedes, aparezca en los medios de comunicación por estos días debatiéndose entre vender o mantener a sus actuales figuras, con la llegada de la fecha límite del 31 de julio?

Es verdad, la versión sobre esta aparente duda cartesiana del presidente Dave Dombrowski fue publicada por Bob Nightengale en el USA Today, lo que no permite darla por segura. Nightengale tuvo un papel gris en la Era de los Esteroides, cuando trató de ser el canal noticioso de Barry Bonds a fuerza de elogios y preguntas cómodas.

Pero más allá de la reputación de un reportero con antecedentes criticables, está una realidad brutal: Detroit cayó por debajo de .500 esta semana, algo inconcebible para el reiterado ganador de la división central del joven circuito.

Un récord semejante, a estas alturas de la temporada, usualmente conduce a vender lo que se tiene, a salir de los potenciales agentes libres para conseguir prospectos que permitan pensar en el futuro y compensar lo que, de otro modo, se perderá en el mercado a cambio de nada, después de terminar la Serie Mundial.

¿Es ese el caso de los Tigres?

Este es un equipo diferente al común. Tiene un dueño, Mike Illitch, dispuesto a invertir mucho, mucho dinero. Ha sido decisivo para la firma de Cabrera y en su momento de Magglio Ordóñez, para la adquisición de Dontrelle Willis antes de su disolvencia, para conseguir a Price y asegurar a Justin Verlander, traer a Prince Fielder en su momento y hacerse de Céspedes antes de esta zafra.

¿Vendedores? Los felinos de Illitch, ¿van a vender a Céspedes y Price, de aquí al 31?

Sea cierto o no lo sea, hay algo que se esconde detrás de la crisis de los Tigres y que en cierta manera la explica: su ineptitud para resolver tradicionales carencias en el pitcheo.

Desde los tiempos de José Valverde, Dombrowski ha sido incapaz de resolver el gran problema. La rotación llegó a ser sólida, con Max Scherzer, Sánchez, Price y Verlander, cuando éste se encontraba sano y en su mejor momento. Pero el bullpen ha sido siempre una lágrima.

Las primeras veces fue mala suerte. La constante repetición del guión hace ver que el problema es de otra naturaleza.

Valverde, como ahora un Joe Nathan decadente, Neftalí Feliz, Al Albuquerque, Joba Chamberlain, todos son nombres brillantes. Pero la reputación de cada uno se debe a momentos puntuales, ocurridos antes de arribar a la Ciudad del Motor.

Esta escuadra ha sido incapaz de construir un staff realmente confiable. Ahora, con Scherzer en Washington y Verlander a la baja, la debilidad del bullpen se hace más evidente.

¿Vender? Está bien, es el derecho de toda divisa. Pero 2016 volverá a ser una lágrima, a pesar de Cabrera y V-Mart, si el cuerpo de pitcheo mantiene las mismas fallas del último lustro y ya no estaría Price.

Ese es el verdadero drama de Detroit.

Publicado e El Nacional, el viernes 24 de julio de 2015.

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