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Juegos de estrellas sin estrellas y sin juego

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El Emergente 
Por Ignacio Serrano

¿Por qué la Asociación de Peloteros dejó de organizar el Juego de Estrellas?

Fue una creación del gremio, en los tiempos del recordado Dionisio Acosta. Era el principal modo de recaudar fondos para pagar las pensiones de jugadores veteranos. Ha probado ser, en buenas manos, un espectáculo que mueve público y dinero.

¿Por qué una cita con esas características fue entregada a la LVBP por el ente que la creó y que hoy decide asumirla como propia otra vez?

Fue un proceso lento, que tuvo un desenlace patético: estadios con 1.000 espectadores, equipos llenos de desconocidos y una desbandada de patrocinadores.

La situación hizo crisis en diciembre de 2010. El encuentro de aquella ocasión no se disputó porque únicamente 18 jugadores se presentaron, cifra insuficiente para armar dos rosters.

Aquellos 18 ni siquiera representaban a los 8 clubes. Únicamente viajaron 6 de los Bravos, 5 de los Tiburones y 7 del Magallanes.

Era de esperar que eso sucediera. El declive del Juego de Estrellas en las manos de la asociación convirtió esa cita en una pérdida de tiempo. Desde finales del siglo XX, los organizaciones empezaron a completar como fuera la convocatoria, al ya no tener la asociación suficientes afiliados ni suficiente ascendencia.

En 2000, uno de los delegados debió uniformarse y terminó siendo el Jugador Más Valioso del choque. Era la cuesta abajo, el aviso de lo que vendría.

Hasta los managers invitados por la AUPPV fueron desistiendo. Los últimos, Dave Hudgens y Jody Davis, ni siquiera se subieron al avión.

Son muchos los ejemplos del patetismo que alejó a los aficionados del Juego de Estrellas. Vayan algunos aquí.

En 2009, ante la falta de representantes de Occidente, los jugadores de Margarita actuaron todos con ese uniforme contra la “selección” de Oriente. Sí, en un tiempo en que la unión gremial dividía a los supuestos astros entre occidentales y orientales, los insulares participaron junto a los del otro lado del mapa.

En 2010, como parte de la pomposa convocatoria que usualmente realizaba la unión, fueron invitados Steve Efledsen, Wes Etheridge y Will Savage. Los tres importados habían sido despedidos algunas semanas antes.

Luis Allen, por entonces cuarto catcher de los Caribes, vio acción en un Juego de Estrellas hace algo más de un lustro. Nunca tomó siquiera un turno al bate en la LVBP.

Pitchers convertidos en improvisados jardineros. Pilotos que eran nombrados apenas horas antes de la voz de playball. Sobran las anécdotas vergonzosas.

La edición de 2008 estuvo rica en ellas: Magallanes y Aragua no asistieron, así que debieron pasar a La Guaira del equipo oriental al occidental; activaron a Orlando Muñoz, que había viajado como delegado, y terminó siendo primer bate y camarero.

El entonces manager Luis Sojo no se presentó esa vez y en su lugar condujo el coach Omar Malavé. Un novato, Jonathan Jaspe, catcher de Lara, fue el rightfielder de los orientales. Otro recluta, Juan Apodaca, cuarto receptor de los Leones, fue el careta titular de oriente. El pitcher Orlando Perdomo, quien no había trabajado ni un inning en el circuito, lanzó una entrada como relevista.

En eso se convirtió el Juego de Estrellas organizado por la Asociación de Peloteros. Ya veremos en qué termina esta edición.

Publicado en El Nacional, el miércoles 9 de septiembre de 2015.

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