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La posible cuarta corona del triplecoronado

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El Emergente
Por Ignacio Serrano

Miguel Cabrera sólo necesita mantenerse sano y batear no muy lejos de sus estándares habituales para atrapar el cuarto título de bateo en su carrera.

 La ventaja del aragüeño es sólida. Amaneció este miércoles con .359, contra .324 de Michael Brantley y .318 de José Altuve.

Parece mucho margen, con tan poco tiempo por jugarse. Nada está escrito. Pero tendría que ocurrir una debacle, un drástico bajón, algo nunca sucedido en la trayectoria del consistente inicialista.

Apenas falta un mes para finalizar la temporada regular. Es altamente probable que el de Maracay cierre como el número uno de su circuito, si evade las lesiones y sigue sumando apariciones legales en el trayecto que le falta. 

¿Cuán inusual es la hazaña que busca el nativo de Maracay?

 Cabrera ha sido campeón bate tres veces. Esta, de conseguirlo, será su cuarta ocasión. Y se trata de su logro favorito.

Varias veces ha comentado que para él es más difícil ser líder en average que ser campeón jonronero, máximo empujador o Jugador Más Valioso.

 Importa poco que esto último sea cierto o falso. Importa más el valor simbólico de la estadística. Y es altamente improbable lograr cuatro títulos de bateo en los tiempos modernos.

 Sólo Wade Boggs y Tony Gwynn lo han conseguido en los últimos 30 años. Boggs ganó cinco diademas, en 1983 y de 1985 a 1988. Gwynn obtuvo ocho, en 1984, de 1987 a 1989 y de 1994 a 1997.

 Otras leyendas tienen tantos cetros o más, conseguidas en un pasado más lejano. Ty Cobb logró 11 campeonatos entre 1907 y 1919. Honus Wagner sumó 8 entre 1900 y 1911. Rogers Hornsby cargó con 7 entre 1920 y 1928. Rod Carew también logró 7 entre 1969 y 1978. Stan Musial obtuvo 7 entre 1943 y 1957. Ted Williams logró 6 de 1941 a 1958. Y Nap Lajoie cargó con 5 entre 1900 y 1910.

 Un cuarto cetro para Cabrera servirá para atornillarle como el toletero más peligroso de su generación y uno de los más notales de todos los tiempos. Le dejaría, además, a las puertas de otro logro excepcional: ser uno de los 10 aporreadores con más títulos de bateo en la historia, si eventualmente consigue una quinta diadema en 2016 o después.

 Esto tiene otra dimensión valiosa: en ese grupo, únicamente Williams y Musial han dado 400 o más cuadrangulares. No es común tener esa consistencia al batear a tierra de nadie, limitando los ponches y manteniendo un elevado average, mientras salen sin pausa los bambinazos.

 Cabrera es un jonronero, tanto como es un fino bateador. Su consistencia asombra. Pero el ascenso de Altuve, que está encendido desde agosto, promete un final todavía mejor.

 Sólo una vez ha sucedido que dos venezolanos terminan uno-dos en la lucha por el liderato de bateo. Fue hace tan poco tiempo, que muchos habrán de recordarlo. Altuve cerró con .341 y Víctor Martínez con .335 en 2014. Ocuparon las primeras dos plazas de la Liga Americana. A su modo, hicieron historia. Como puede ocurrir otra vez.

 El camarero de los Astros viene pisando fuerte, gracias a los 45 imparables que largó el mes pasado. Necesitaría mantener ese paso y esperar un ruidoso resbalón de Cabrera, a fin de defender exitosamente el cetro que ganó el año pasado. No es imposible. Ya se verá.

Si Altuve cierra segundo detrás de su compatriota, igualmente hará historia nuevamente. Apenas un campeón bate venezolano ha terminado segundo el año antes o al año siguiente de haber conseguido la hazaña. Y sí, el único protagonista de esa faena es el mismo que protagoniza esta columna: Miguel Cabrera.

 Publicado en El Nacional, el jueves 3 de septiembre de 2015.

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