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Félix Hernández y el declive temporal de los ases

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El Emergente
Por Ignacio Serrano

Casi todo gran lanzador ha pasado por eso. No debería existir razón para creer que esta temporada marca un declive para Félix Hernández, aunque algunos lectores lo crean así.

El Rey tiene 29 años de edad. Es uno de los pocos pitchers con 2.000 ponches antes de cumplir los 30. Ha acumulado números que, de persistir, le pondrán a las puertas del Salón de la Fama.

El futuro es inextricable. Nadie podía prever las repetidas lesiones que sufriría Johan Santana ni la insólita longevidad de Nolan Ryan. Pero el pasado ofrece abrevaderos donde satisfacer la curiosidad.

¿Ha habido grandes lanzadores con años contrastantes, con bajones que antecedieron nuevas campañas en grande? Sí.

Walter Johnson es quizás el serpentinero más dominante de todos los tiempos. Lanzó 110 blanqueos, tope en la MLB, y se retiró con 2.17 de efectividad y 417 victorias, cifra superada únicamente por Cy Young.

Johnson tuvo un bajón en 1920 y 1921. Pasó de tener efectividades de 1.27 y 1.41 a duplicar la media de carreras limpias por cada nueve entradas, con 3.13 y 3.51 en cada uno de esos años.

El recorrido del inmortal puede verse mejor utilizando la efectividad ajustada, esa herramienta que contrasta lo hecho por un lanzador con la media de la liga.

Johnson fue 115 por ciento mejor que sus pares en 1919 y apenas 19 por ciento mejor que sus colegas en 1920. En 1923 fue 9 por ciento superior al promedio del circuito, pero en 1924 lideró la Liga Americana con 49 por ciento por arriba de la raya.

El propio Ryan estuvo por debajo de la Liga Nacional en 1985: 9 por ciento por debajo. Pero todavía le faltaba ganar cuatro lideratos de ponches y uno de efectividad, en su camino a Cooperstown.

Randy Johnson acaba de ser exaltado al templo de los inmortales. En 1998 tenía 4.33 de efectividad al ser cambiado por los Marineros en julio. Le quedaban por vivir algunos de sus mejores torneos, incluyendo ese de 2002, cuando recorrió 260 actos, ponchó a 334 adversarios y ganó 24 juegos, con 2.32 de promedio y la Triple Corona del pitcheo.

El Rey Félix no ha sido el mismo de justas precedentes. Se ha quejado de lo que llama inconsistencia en la ubicación exacta de sus envíos.

¿Que es un mal año? No del todo. Está peleando la vanguardia en el departamento de triunfos, con foja de 15-8. Encabeza la Americana con 2 blanqueos y tiene 8,5 ponches por cada 9.0 innings, más 2,4 bases por bolas en el mismo lapso.

Esa es exactamente la rata de su carrera. Ni más ni menos abanicados o boletos. Las causas de su bajón están en otro lugar.

Greg Maddux encabezó la Nacional con 2.22 de efectividad en 1998. Un año después, saltó a 3.57, número ajeno a su grandeza. Esos altibajos son más comunes de lo que algunos fanáticos creen.

El propio Hernández ya pasó por allí. Después de ganar el premio Cy Young en 2010, tuvo 3.47 de efectividad en el torneo siguiente, con una efectividad ajustada tan solo 9 por ciento mejor que la liga.

¿Era 2011 el comienzo del fin? Ya sabemos que no. El carabobeño logró tres sólidas cosechas después de eso.

¿Qué le depara el futuro? ¿Se encontrará con Santana o emulará a Ryan? Es imposible saberlo. Pero el pasado nos da señales para creer que, por ahora, no hay razones para preocuparse.

Publicado en El Nacional, el martes 1° de septiembre de 2015.

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