El Emergente
Ignacio Serrano
Quizás Juan Carlos Pulido llegó a temer que ya no regresaría a las Grandes Ligas, cuando quedó en libertad en 1998, luego de pasar una temporada más en las menores.
Pulido inició allí un larguísimo recorrido —larguísimo en kilometraje, especialmente—, que le llevó a las ligas independientes del norte y luego a Japón, México y Taiwán. De la China insular salió literalmente corriendo, casi con la ropa que llevaba puesta, tras ser citado a un hotel por un capo de las mafias de apostadores de ese país, quien le ofreció dinero a cambio de botar algunos partidos.
El zurdo llegó a ser uno de los pitchers más dominantes de la LVBP y se graduó en las mayores en 1994, con Minnesota. Pero a los 30 años de edad, mucho tiempo después de esa única experiencia, tal vez resulte más difícil soñar.
Pulido soñó y despertó, y se vio en aquel escenario al que tanto quería regresar, pero nueve años después. En 2003 fue firmado nuevamente por Minnesota y poco después estaba en la gran carpa, otra vez.
No es común ir a jugar a Europa o a los circuitos secundarios de Asia y conseguir nuevamente un chance en las mayores. Pero sí es posible. Melvin Mora lo sabe, y no solamente por el caso de su amigo y ex compañero.
Mora también fue a dar a Taiwán, después de declararse agente libre de ligas menores en 1997. Había estado casi una década en la organización de Houston, sin recibir el llamado, y terminó en el campeonato chino, la temporada siguiente.
La historia es conocida por muchos: meses después de aquello, el yaracuyano fue firmado por los Mets, se reportó a las menores y en 1999 debutó en la MLB, convirtiéndose en el primer venezolano en dar la vuelta al mundo como pelotero profesional, antes de jugar en las Grandes Ligas. Tenía 26 años de edad.
Oscar Salazar no fue tan lejos. Pero en términos deportivos, lo que le ocurrió es muy semejante.
El aragüeño tuvo su bautizo en Detroit, en 2002, cuando era una joven promesa en ascenso. Sin embargo, pareció detener su desarrollo, al ser devuelto a las granjas.
Salazar terminó en libertad poco después de eso, consiguió equipo en México y para 2006 era miembro del San Marino, en Italia. Para muchos, ese es el fin del camino. Para él, no.
Jamás un criollo había recorrido la vía que va del campeonato mediterráneo a la gran carpa. Pero alguien tenía que hacerlo por vez primera, y fue él. En 2008, consolidado como figura de la LVBP, completó el largo y raro logro, estrenándose en las mayores, con Baltimore.
Junior Guerra siguió la misma ruta, desde la pelota italiana hasta la gran carpa. Tuvo un serpentear aún más pronunciado, al pasar por una suspensión antes de quedar en libertad. Incluso quedó sin trabajo en Venezuela, al ser dado de baja por el Caracas, tras llegar a esa novena en un cambio con La Guaira.
Al filo de la treintena, cuando muchos deportistas se plantean su futuro, le tocó iniciar su mejor etapa en los diamantes. De regreso a los escualos, fue el máximo ponchador en el campeonato 2014-2015, firmó con los Medias Blancas y llegó a las mayores, meses después. Ahora es el abridor más consistente de los Cerveceros.
¿Quién podía predecirlo? Luego de ir a parar con sus sueños a Italia, ha regresado al norte tras recorrer medio mundo, para brillar en las Grandes Ligas.
Publicado en El Nacional, el sábado 21 de mayo de 2016.