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Una colecta por Rougned Odor

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El Emergente
Ignacio Serrano

Rougned Odor ganará 522.700 dólares este año. Es un poco más del salario mínimo en las Grandes Ligas, aunque ciertamente, es una cantidad importante, si se contrasta con los ingresos de un trabajador promedio en Estados Unidos.

La multa que le impuso la oficina del comisionado de las Grandes Ligas es menor a uno por ciento de esa cifra: 5.000 dólares.

Por eso el gesto de un aficionado de los Rangers de Texas causa risa, al tener la ocurrencia de abrir una cuenta para recabar fondos con los que pagar la multa, si en la apelación queda firme la decisión de castigar al camarero.

Decenas de seguidores de los vigilantes han hecho su aporte, cada uno entre 5 y 10 dólares.

La justificación que hace el creador de la idea es tan divertida como censurable; al mismo tiempo que dice condenar la violencia, critica las quejas de José Batista contra las decisiones arbitrales y considera que el puñetazo, aunque malo como gesto, fue bueno como símbolo.

Esta pelea entre el venezolano y Bautista está llena de giros ocurrentes que, lamentablemente, justifican antivalores.

Ni Odor ni su contraparte hicieron apología del puñetazo.

La crítica de los Azulejos fue más bien que el pelotazo de Matt Bush ha debido producirse antes, no en el último turno del quisqueyano, lo que, por cierto, parece muy razonable por parte de los canadienses.

El intermedista de los Rangers tampoco celebró el golpe. Aseguró que fue en defensa propia, lo que en verdad es debatible, si se observa que el corredor también se cuadró, bien sea para lanzar la mano o para protegerse, ¿quién puede asegurarlo?

No deja de ser censurable, sin embargo, que de modo velado o abierto ocurran apologías de lo sucedido en Arlington.

Bautista fue ovacionado a su regreso a Toronto de tal manera, que parecía ser un héroe llegando de vuelta a casa.

Alguien en la tienda de souvenirs los Rangers asumió que era buena idea reacomodar la vitrina y colocar en un maniquí de medio cuerpo la camiseta de Odor, de espaldas, para que se leyera su apellido, y tendida en el suelo otro maniquí, también de espaldas, con la camisa de los arrendajos y el nombre de Bautista, en clara referencia al KO técnico que el zuliano le aplicó a su rival.

Ni hablar de la idea de alguien en la sucursal de los texanos en Doble A. Inventaron una nueva bebida, llamada “el Ponche Rojo de Rougie”.

Punch, en inglés, se traduce como ponche, pero también como golpe. El vaso plástico muestra una silueta que castiga a otra con un recto a la quijada. Es ocurrente, incluso divertido, pero ¿es ético?

“No te va a noquear, pero dale un sorbo y soltarás… el bate”, dice la promoción del fulano batido.

Un restaurante ha ofrecido costillas gratis de por vida para el nativo, como recompensa por la faena.

Es casi imposible no sonreír ante estas cosas. Pero el verdadero desafío es pararse y reconocer que eso está mal. No se puede celebrar un puñetazo, venga de quien venga, y mucho menos en el deporte, que es un portaviones de valores, por antonomasia.

Tan mal es eso como las decisiones de MLB, al no aplicar ni un juego de suspensión a Matt Bush, el primero en pegar, y castigar sólo por un día a Bautista, después de que reconoció sin ambages que trató de arrollar al venezolano.

El mismísimo comisionado está permitiendo que se haga mofa de valores como la no violencia y la deportividad. Y eso, aunque dé risa, también deja una profunda tristeza.

Publicado en El Nacional, el viernes 20 de mayo de 2016.

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