El Emergente
Por Ignacio Serrano
Ser catcher en tres juegos sin hits y en uno de 20 ponches es tan, pero tan poco común, que únicamente lo ha conseguido un solo receptor en las Grandes Ligas: Wilson Ramos.
¿Qué responsabilidad tuvo el venezolano en esas cuatro joyas? No debería sobredimensionarse su papel. Pitchers como Max Scherzer y Jordan Zimmerman son ases legítimos, que prácticamente con cualquier careta lanzarían bien.
Tampoco, ojo, se debe subestimar el rol de un mascota en el desempeño de un lanzador. Aunque el monticulista ponga las herramientas, forma equipo con alguien que muy a menudo toma la decisión sobre qué envío usar y de qué modo: adentro, afuera, arriba, contra el piso, y así.
Hay formas de evaluar la habilidad de un catcher, más allá de impresiones superficiales. Por ejemplo, está el mascoteo como tal, llamado en inglés Framing Pitches, que páginas como Stat Corner permiten monitorear y contrastar.
Ramos está entre los mejores de la MLB en cuanto al total de pitcheos que recibe en strike y que son vistos como bolas por los umpires, con sólo 11,5 por ciento. Héctor Sánchez está en un extremo, con 25 por ciento, y Yasmani Grandal es el mejor, en la otra punta, con 7,1 por ciento.
El nativo de Valencia está más o menos dentro del promedio de las mayores en cuanto al total de pitcheos que recibe en bola y que son sentenciados como strike por los árbitros, con 7,7 por ciento. De nuevo, Sánchez está en un extremo, con apenas 3,3 por ciento, y Tony Walters le disputa a Miguel Montero la posición de honor, con 11,7 por ciento.
El dominio ante los corredores contrarios es otra forma de medir con hechos a un receptor.
Ramos fue el tercero mejor en la Liga Nacional hace dos campañas, con 37,5 por ciento de éxito frente a los robadores de bases, y en el torneo pasado subió a la segunda casilla, con 44,4 por ciento.
La habilidad para bloquear piconazos y evitar los pasboles también se mide, gracias a los radares instalados hoy en los estadios. Y también está, claro, la cifra total de pelotas que deja pasar un careta ante envíos supuestamente manejables.
En ese aspecto, Ramos es bueno. Nunca ha estado entre los primeros 10 con más pasboles y un ejemplo subraya esa seguridad: en 2015 falló sólo 3 pitcheos, contra 19 del líder Russell Martin, y en toda su carrera, nunca ha pasado de 5.
El valenciano es, según varias formas de verlo, un catcher por encima de la media. Ha trabado, además, una buena relación con sus serpentineros, según estos dicen, al planificar los encuentros y al llamar los juegos. Y sigue sumando a su currículo su presencia en joyas como la de Scherzer.
¿Cuánto vale un pelotero así? Porque Ramos será agente libre al final de la temporada, si los Nacionales no le hacen una oferta aceptable para extender ahora su contrato.
Montero tiene un acuerdo de cinco temporadas por 60 millones de dólares con los Cachorros. Es un excepcional defensor, con adecuada ofensiva. Pero su compatriota podría convertirse en un premio mayor.
Ramos llegó al fin de semana con una brillante línea de .364/.404/.545. Si lo mantiene, eso es comparable con la explosión del Barroso 2 en la Venezuela de hace casi un siglo, el inicio de una era de prosperidad para un receptor que suma buena mascota, mejor reputación y que ahora también ha empezado a batear.
Publicado en El Nacional, el sábado 14 de mayo de 2016.