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La peor pesadilla del Panda

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El Emergente
Ignacio Serrano

Es un año de disgustos y tristezas, humillaciones e incertidumbre, dolor físico y emocional para Pablo Sandoval, sobre todo a partir de ahora, que comienza su rehabilitación, tras ser operado del hombro.

Sí, se presentó en febrero con más peso del esperado. No fue sólo una foto de perfil, como el Spring Training anterior. Y por ser reincidencia, y por su mal rendimiento en 2015, esta vez la prensa cerró filas en la crítica.

Él no ayudó, como tampoco ayudó hace 15 meses, cuando en el complejo de los Medias Rojas dirigió ásperas palabras a su ex organización y sus antiguos compañeros.

Para entonces perdió una parte de ese ángel que había ganado como amigable Kung Fu Panda. Ahora perdió una parte de su imagen ante los medios, cuando reaccionó exasperado contra un artículo que criticaba su defensiva, explotando frente a testigos, en pleno clubhouse.

No estaba en su mejor forma física, es un hecho. Si lo hubiera estado, no habría perdido su puesto ante un recluta, Travis Shaw, ni hubiera aceptado con resignación que su papel era esperar en la banca.

¿Arrastraba la lesión y nunca lo dijo? ¿Por eso su bajón ofensivo y defensivo en su primer torneo con Boston? ¿O pasó al lanzarse para atrapar una pelota, en los primeros días de este campeonato?

La novena ha sido extrañamente discreta en este asunto, como si revelar la razón y momento del desgarro en el hombro fuera vergonzoso o criticable. ¿Por qué no dar más detalles? La estadía del carabobeño en la lista de incapacitados ha sido una especie de misterio.

La prensa no ha dejado de preguntar y buscar respuestas. Era el primer gran riesgo que correría al dejar San Francisco por la costa este: toparse con reporteros y columnistas más duros que en la bahía. Creyó que podía manejarlo. Hoy lo sufre.

Los medios han ido revelando detalles poco favorecedores, como la entrevista que ofreció Ethan Banning, su ex entrenador personal, que fuera contratado por los Gigantes, hace un lustro, para mantenerle en forma.

Banning declaró al diario Boston Herald que el antesalista es virtualmente un adicto a la comida. Que en la Navidad de 2011, de vacaciones en Venezuela, ganó 21 libras de peso corporal en 21 días, a razón de prácticamente medio kilo diario. Que tuvo que esconderlo de los representantes de San Francisco a su llegada en enero, para someterlo a un plan redoblado de acondicionamiento. Que necesita de alguien a su lado que constantemente cuide lo que come y lo que hace.

Hace días fue su propio hermano Michael Sandoval. Él era esa persona que entallaba al toletero porteño. Le confesó a ESPN.comque no se hablan desde agosto. Que el nuevo trainer del Panda, Rafael Álvarez, no atendió el plan de trabajo de los Medias Rojas y es corresponsable de la forma en que su pupilo llegó al Spring Training.

El primer responsable es el propio jugador. Y está claro que hay un problema que va más allá de lo normal. Son demasiadas señales, en medio del hueco más grande al que ha podido caer en su carrera.

Ya no jugará en 2016. Y Shaw está bateando bien, y defiende la antesala de modo adecuado. A este paso, si acaso, podría regresar como designado en 2017, en lugar de David Ortiz, que ya anunció su retiro.

Para eso, claro, deberá cambiar, para así superar esta pesadilla que le ha tocado protagonizar.

Publicado en El Nacional, el jueves 5 de mayo de 2016.

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