El Emergente
Ignacio Serrano
El asunto en los cambios no es saber cuál equipo ganó, como si se tratara de un juego. Ambas escuadras salen al mercado a satisfacer una necesidad, por lo que la verdadera interrogante debería ser: ¿qué gana cada una?
Veamos el último caso, entre Tiburones y Caribes. Pareciera que La Guaira gana, si se ve en el corto plazo, porque no debería sorprender si José Castillo batea sobre .300 y suelta unos 15 extrabases a partir de octubre. Y José Gil debería aportar ofensiva detrás del plato.
Incluso ese balance obvio tiene bemoles: los escualos en realidad sólo sumaron a Gil, porque Castillo llega a reemplazar a alguien que rindió hasta enero y que tenía las mismas características que él, César Suárez, hoy retirado.
Puede que eso sea verdad. O puede que el guariqueño sea el toletero decisivo en la primera conquista de los escualos en más de tres décadas, ¿quién puede afirmarlo hoy?
Anzoátegui parece haber acometido una tarea distinta desde la semana pasada: convertirse en una divisa más joven, sin perder competitividad.
Rafael Ortega juega un papel importante en esa táctica. Al igual que los otros jugadores llegados del Zulia y Magallanes, tiene menos de 26 años de edad y toma el lugar en el roster que antes ocupaba alguien mayor de 30.
Balita es la verdadera figura del cuarteto involucrado en el negocio. A Castillo posiblemente le queden dos, tal vez tres temporadas de alto nivel en la LVBP, porque nació hace 35 años. Ortega, en cambio, está en la MLB, batea a la zurda, cubre mucho terreno, defiende las tres praderas, puede robar y ser primer bate. El punto es: ¿jugará?
El nativo de El Tigre lo prometió. Y estando cerca de su casa, amigos y parentela, en un estadio con clubhouse de Grandes Ligas, hay razones para creer que lo hará.
¿Su presencia en Anaheim reducirá su actuación aquí? Quizás. Pero aunque hoy juega a menudo con los Ángeles, lo hace por una lesión que le abrió las puertas. Si las aguas recuperan su nivel, tal vez vuelva a la banca o las menores.
Hay que imaginarse un outfield defendido por él y Gorkys Hernández, si actúa desde octubre o noviembre. Y si lo hace en la recta final, posiblemente patrullará con Hernández y Oswaldo Arcia. Es fácil entender por qué la tribu cedió a la tentación de dar a uno de sus guerreros.
Salir de Gil también es una pérdida, aunque debería quedar cubierta entre el recién llegado Tomás Telis, el productivo Willians Astudillo y, si se reporta, el veterano Rossmel Pérez.
El careta aportaba un madero respetable, aunque no debe perderse de vista que los orientales buscaron siempre algo más, primero con Gustavo Molina, luego con Jesús Flores y ahora con Telis. Hay que tratar de leer qué sugiere ese proceso.
Caribes también espera conseguir metal precioso en Yorfrank López. Es la pieza más discreta, la verdadera apuesta en el cambio. Quieren usarlo como abridor.
¿Hará López el recorrido de Europa al éxito que una vez completó Junior Guerra? ¿O sus mejores tiempos pasaron antes de lo pensado?
Quieren que esté en la rotación inaugural junto con Yéiper Castillo, adquirido de las Águilas. Un detalle: los indígenas no tenían abridores venezolanos para octubre y noviembre, y ahora tendrán dos, si el derecho es capaz de volver.
Cuando empiece la temporada veremos qué de esto resulta cierto.
Publicado en El Nacional, el miércoles 4 de mayo de 2016.