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La Guaira suma mucho, ¿y cuánto pierde?

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El Emergente
Por Ignacio Serrano

Por fin cambiaron a Balita Ortega.

Ese pudo ser el titular de hoy en los medios impresos o la frase de un aficionado de los Tiburones.

Luego de muchos rumores y tres intentos, el grandeliga pasó de La Guaira a Anzoátegui, en ese pacto que ayer involucró a cuatro peloteros, incluyendo al súper veterano José Castillo.

Ortega es, sin duda, el jugador de más nivel entre los que se vieron envueltos. A priori, es una pérdida importante para los Tiburones. Se encuentra en las mayores, con los Ángeles de Los Ángeles, y sólo tiene 24 años de edad, lo que sugiere una larga carrera que podría redituar a la tribu con alrededor de una década de beneficio, quizás más.

El anzoatiguense es bateador zurdo, defiende el jardín central, mueve las piernas con velocidad y tiene la capacidad para ser primer bate. Eso vale oro en la LVBP y en cualquier liga.

El pitcher Yorfrank López es un activo menor, un complemento. Llegó a ser un brazo importante en el futuro de los litoralenses, antes de descarrilarse. Todavía cuenta 25 años, pero ya no pertenece al beisbol organizado. Le toca demostrar que aún puede.

¿Ganan más de lo que pierden, los centrales?

A pesar de salir de Balita, parece que sí. No se veía saludable la relación entre el patrullero y la divisa. Hubo molestia por su ausencia en el torneo pasado, porque la gerencia tenía la promesa inicial de su parte. El fin parecía inminente, como pasó, por ejemplo, con Ezequiel Carrera y Tomás Telis con Magallanes.

La inclusión de un segundo jugador en el paquete refleja esto último. Si Ortega fuera tan valioso para su escuadra original, posiblemente habrían sido muy duros al cotizar su valor en el mercado.

José Castillo y José Gil son un botín interesante para quien esté buscando resultados inmediatos. Aunque actualmente militan en México, y pese a que, en el caso de Castillo, podría estar cerca del retiro, se trata de dos maderos productivos, que estarán en el Universitario desde el primero hasta el último día.

El Hacha se convierte de inmediato en el sustituto de César Suárez, quien hace poco anunció su retiro.

Los seguidores de los Tiburones saben lo que alguien como Suárez puede ayudar: un madero con poder ocasional, buen contacto, relativa disciplina y habilidad para alinear en varias posiciones del cuadro e incluso en el outfield.

Castillo fue importante en el Caracas, como luego en Anzoátegui. Viene de conectar para .304, con 14 tubeyes, y en tres de las últimas cuatro zafras ha bateado sobre .300, lo que conforma un muy buen currículo.

Tiene 856 hits, además. En un par de justas estará tentando los 1.000 imparables, lo que adicionalmente representará un gancho promocional para su nueva divisa.

Gil, por su parte, es un catcher de proyección ofensiva, con .286 de average y .793 de OPS en sus siete temporadas, nada malo para su posición. Tiene 29 años de nacido y de inmediato pasa a ser el principal candidato a la titularidad.

Posiblemente le quede más tiempo que a Castillo, que ya cumplió 35. Pero mientras éste debe demostrar que es capaz de rendir más allá de la próxima campaña, el primero tiene el reto de probar que también puede ser un catcher de buena defensa.

Si ambos lo logran, la fanaticada aplaudirá, independientemente de cómo le vaya a Ortega en su nueva casa.

Publicado en El Nacional, el martes 3 de mayo de 2016.

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