El Emergente
Ignacio Serrano
Jesús Sánchez |
Félix Hernández era un símbolo de los Cardenales de Lara, ¿verdad?
No, en realidad no. El derecho de Flor Amarillo lanzó seis juegos con los pájaros rojos a los 17 años de edad y ya no volvió a aparecerse con ese uniforme. Era un prospecto demasiado notable en las granjas de los Marineros de Seattle, y luego fue un pitcher demasiado valioso, un contrato demasiado grande para el Caribe.
La verdad es que Hernández nunca un fue emblema de los crepusculares ni de la LVBP. Es muy improbable que los predestinados, como él, vean acción en la pelota invernal. El sueldo mínimo en la MLB es, hoy, un poco más que 500.00 dólares. Eso es casi lo que ganó Luis Aparicio en sus 18 años de carrera, camino al Salón de la Fama. Sí, porque el zuliano recibió 765.000 dólares de los Medias Blancas, Orioles y Medias Rojas, contando entre 1956 y 1974.
Está claro que el Rey Félix es un pelotero diferente. Se entiende que no lanzara en la pelota local durante 13 temporadas y que sólo sepamos que lo hará durante 30 innings en la zafra venidera, antes del Clásico Mundial de Beisbol, para luego ausentarse otra vez, por lo menos durante los próximos cuatro años.
Lara perdió un gran nombre, en el cambio con Magallanes. Se quedó sin el prestigio de contar en su nómina con el mejor lanzador de todos los tiempos. Nada más.
Hernández no se ha reportado a los occidentales ni iba a hacerlo. Fue muy claro al declarar en diciembre que quería un cambio, que deseaba reaparecer en la LVBP, siempre y cuando fuera con los Navegantes. ¿Cómo no entender a Carlos Miguel Oropeza, gerente general de los encarnados, cuando dice que su divisa obtuvo a tres peloteros a cambio de nada?
Parece un irrespeto, al rompe y rasga, pero es la realidad. El carabobeño era una presencia en la guía de medios. Todo lo que obtuvieron por él es ganancia.
Lara, en ese sentido, jugó duro y ganó. Se plantó firme ante el Magallanes, en la idea cierta, aunque debatible, de estar vendiendo a una gran figura. Pidió un buen paquete y consiguió mucho. Supo jugar sus cartas ante una escuadra con músculo financiero, nutrido roster y descomunales expectativas de parte de su fanaticada.
Jesús Sánchez y David Martínez son una estupenda ganancia.
El primero pasará a ser uno más en ese grupo de relevistas que incluye a Yoervis Medina, Johnny Montoya, Carlos Misell, Jhondaniel Medina, Rómulo Sánchez, Richard Castillo y eventualmente Luis Avilán. Es candidato a lanzar, incluso, en el octavo inning, en los próximos tres o cuatro años.
El segundo se suma al grupo de potenciales abridores, donde están Raúl Rivero, Osmer Morales, Néstor Molina, César Jiménez, Edwin Escobar y Eduardo Figueroa.
Si estos Cardenales batean, habrá que cuidarse de ellos.
A este grupo repotenciado se sumará algún día Alí Sánchez. Todavía no, porque apenas tiene 19 años de edad. Pero es un receptor interesante, de proyección ofensiva, nacido en Carora. Es un pelotero mandado a hacer para la tropa de Barquisimeto.
Lara es mejor equipo hoy respecto a la semana pasada. Ninguno de los recién llegados es necesariamente la pieza que decidirá el séptimo juego de la final, pero puede que ayuden a pelear los playoffs, en esta y en las próximas campañas.
Los pájaros rojos tienen razones para celebrar.
Publicado en El Nacional, el viernes 22 de abril de 2016.