El Emergente
Por Ignacio Serrano
Ocurrió el 18 de abril de 2015. Brett Lawrie corría en la inicial, en el duelo entre sus Atléticos y los Reales. No había outs y Mike Moustakas tomó el roletazo, que golpeó al lanzador y saltó hacia tercera. Alcides Escobar entró a segunda y Moustakas le pasó la pelota, rápidamente. Out.
No fue un out cualquiera. Lawrie se deslizó tarde, buscando romper el dobleplay, y en vez de parar en la almohadilla, siguió de largo, atropellando al nativo de La Sabana. Escobar quedó tendido, con señales de dolor. Salió el trainer, Salió el manager Ned Yost. Salieron todos los jugadores de Kansas City.
El corredor palmeó al venezolano, con empatía, pero ya era tarde. Omar Infante le reclamó con acritud. Salvador Pérez se llegó del home a la intermedia, para encararlo. Las bancas y el bullpen de ambos clubes se vaciaron, y el torpedero fue retirado con la ayuda del trainer, porque no podía apoyar el pie izquierdo.
Escobar pudo contarlo. No se lesionó. Peor le fue al panameño Rubén Tejada en los pasados playoffs, cuando la tristemente célebre entrada de Chase Utley le fracturó y le sacó de juego.
La de Tejada fue la última gota. Y su consecuencia se vio este martes, cuando una revisión de TV determinó que la jugada con la cual los Azulejos habían empatado en el noveno ante los Rays en realidad era el out final del choque, al determinar los umpires que José Bautista se había deslizado tarde, que no se había detenido en la almohadilla, ex profeso, y había extendido la mano izquierda para tropezar el tobillo del camarero Logan Forsythe.
No le hubiera quitado el equilibrio Bautista a Forsythe y quizás éste habría tirado bien a primera base, completando el doble play. Pero la obstrucción era clara. No sorprende la decisión que tomaron en Nueva York.
“Quizás debamos salir a jugar con faldas”, se quejó el manager de Toronto, John Gibbons, alarde machista de quien no vio la estupenda película A league for their own, donde un grupo de mujeres hermosas juega buena pelota.
La novedad es que por primera vez se aplicó la regla recién creada por MLB para proteger de golpes y arrollamientos a los defensores. Por eso el reclamo de Gibbons.
“Esto es una payasada”, exclamó, según la nota de ESPN.com. “Es vergonzoso. Nos costó una victoria”.
Habría bastado aplicar la regla vigente antes del caso Tejada, en verdad. Desde hace décadas, un corredor que se desvía de su curso natural hacia el cojín, o que extiende alguna parte del cuerpo para obstruir, desequilibrar o literalmente tumbar al defensor, debe ser declarado out. La vieja norma habría aplicado el martes contra Bautista. Pero la oficina del Comisionado sintió que necesitaba ser aún más explícito. Y así vamos.
Somos reacios a los cambios. Hace algunos años, la queja general contra la regla que protegía a los receptores prometió el fin del juego, el acabose, la desaparición del beisbol verdadero, el que se juega duro, el espectacular.
¿Alguien lo recuerda? Y mejor aún, ¿alguien cree que el beisbol perdió? Bastó que los catchers se acostumbraran a recibir los disparos un poco separados de home. Hoy vemos jugadas espectaculares, llamativos deslizamientos de manos, acciones igualmente brillantes. Y muy importante, con menos lesiones.
Nadie deberá usar falda, salvo que Geena Davis ruede la segunda parte de aquella estupenda película sobre el beisbol profesional femenino en los años 40. Bastará recordar lo que se puede y no se puede hacer al correr las bases. Y ya.
Publicado en El Nacional, el jueves 7 de abril de 2016.