El Emergente
Ignacio Serrano
Aquel septiembre de 2011 fue clamoroso. Entre el 3 y el 10 de septiembre disparó ocho hits y empujó seis carreras. Por un momento, pareció cierto todo lo que se decía de su ofensiva, desde firmó con los neoyorquinos por un bono de casi 2 millones de dólares, a los 16 años de nacido.
El carabobeño cerró su primer mes en las Grandes Ligas con .328 de average, 4 vuelacercas, un slugging de .590 y .996 de OPS. Tenía 21 años de edad.
Era, y quería seguir siendo, un receptor. Su defensiva necesitaba pulimento. Su madero pedía cancha.
Pocas semanas después ocurrió el cambio con los Marineros, la transacción que impactó en muchos modos su carrera.
Pasó de ser el prospecto número uno de la organización más popular del mundo a militar en la divisa más alejada del centro de la noticia, geográfica y metafóricamente hablando.
Pasó de un estadio amigable, pequeño por las bancas, al inmenso Safeco Field, cementerio de sluggers.
Pasó de ser el receptor del futuro en la Gran Manzana a inicialista en formación en la costa oeste.
Montero sacudió 15 vuelacercas más en 2012. Era un récord para novatos criollos. Pero ya no volvería a brillar. Su declive estuvo acompañado de problemas personales. Fue enviado a las menores, suspendido y sometido a difíciles pruebas, algunas que no son de dominio público.
Ese jugador que no pudo mantener su lugar en el roster de 40 acaba de ser tomado en waivers por los Azulejos. Es la mejor noticia que puede haberle ocurrido.
En Toronto no tiene el camino abierto. Pero tampoco es una plaza inaccesible. El dominicano Edwin Encarnación es indiscutible designado, pero Justin Smoak es el primera base. La batalla para conseguir tiempo de juego recién comienza y tiene buenas perspectivas, si el nativo de Guacara es capaz de mostrar aquel talento que deslumbró a los Yanquis.
Smoak es un caso muy parecido. Llegó a Seattle en el cambio con Texas por Cliff Lee y era un prospecto de primera. Durante un tiempo le taponó el camino a Montero, pero no pudo con el Safeco Field. Hace un año fue puesto en waivers y los canadienses decidieron apostar.
El cambio de aire no fue del todo malo para el estadounidense. Sacudió 18 jonrones e impuso topes personales en slugging (.470) y OPS (.768).
Aunque mejores que antes, esos números de Smoak no han servido para consolidarle. De allí el movimiento para adquirir a Montero esta semana.
La mudanza al Rogers Centre debe tener buenas consecuencias para el venezolano, si es mantenido en el equipo grande. Es un parque de bateadores, en una división con parques para bateadores, donde el criollo tendrá el estímulo adicional de ver a menudo a los Yanquis.
Smoak es ambidiestro, pero en 2015 fue usado básicamente contra los derechos y sacó 14 de sus 18 bambinazos contra ellos. Es de suponer que los canadienses estén pensando en formar un platoon. Y en esas condiciones, todo está de lado de Montero, siempre y cuando haga lo que de él se ha esperado: batear.
Larry Stone, reputado periodista del Seattle Times, despidió al venezolano con este tuit: “Admiro la forma como asumió sus errores y cambió su actitud. En el último año, nadie trabajó más duro que él”.
La vida y el beisbol le dan una nueva oportunidad. Veremos cómo le va.
Publicado en El Nacional, el 29 de marzo de 2016.