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El desafío de Miguel Cabrera en 2016

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El Emergente
Ignacio Serrano

Miguel Cabrera viene de su peor cosecha en las Grandes Ligas. Es tan buen pelotero, que en su año más bajo fue el campeón bate de la Liga Americana.

No es el único ángulo desde el que puede apreciarse la dimensión del aragüeño y su estatus entre los mejores toleteros de todos los tiempos.

He aquí otro: a pesar de que sólo disparó 18 jonrones y que por primera vez en una campaña completa no impulsó 100 carreras, recibió votos al Jugador Más Valioso por décimo tercera ocasión en fila.

Cabrera ha pisado tan fuerte desde su estreno en las mayores, que nunca ha dejado de aparecer en las papeletas de final de temporada. Eso es único. Incluso en su torneo de novato, en 2003, con apenas 87 juegos, los cronistas le dieron votos para el galardón.

Nadie había aparecido en las planillas durante sus primeras 13 justas. Nadie.

A Alex Rodríguez le faltaron dos. Hank Aaron no fue votado en su año de novato. La seguidilla de Ted Williams se quebró después de 10 campeonatos.

Williams disputó 19 zafras en la gran carpa. Es lamentable que haya perdido casi cinco justas completas por servir en el ejército de su país. Solo en 1952 no fue votado para el Más Valioso en casilla alguna. Apenas vio acción en seis compromisos aquella vez.

Aaron tuvo una seguidilla de 19 campañas con votos para el premio, entre 1955 y 1973. Impresionante. Como ocurrió con Williams y sucede con Cabrera, su durabilidad estaba a la par de su consistencia y habilidad.

No es gratuito el reportaje que esta semana comparó al nativo de Maracay con el sucesor negro de Babe Ruth. Aaron puso números temporada tras temporada, por su insólita mezcla de contacto y poder.

Mantener la durabilidad que hasta ahora les iguala es el actual desafío del venezolano. De ese reto depende en parte que continúe en el camino actual.

Estamos en un momento muy interesante en la carrera de Cabrera. En abril cumplirá 33 años de edad. En teoría, está a punto de terminar su punto más alto en lo deportivo, si acaso éste no finalizó ya. Está en la segunda mitad de su trayectoria. Disfrutemos el viaje que le queda.

El mayor escollo a superar a los 33, 35, 37 años de nacido es el cambio que paulatinamente ocurre en el cuerpo. Ya no se produce hormona de crecimiento humano de manera natural. La secreción de testosterona va reduciéndose, también. Por lo tanto, hay menos capacidad para crear músculo. Los huesos y ligamentos pierden parte de su fortaleza.

Cabrera es alto y pesado. Jugadores con esas características reciben gran impacto en espalda, rodillas, piernas, tobillos y pies. Quizás no sea casualidad que sus únicas lesiones hayan sido precisamente de la cintura hacia abajo, a partir de los 30 años de edad.

El remedio para eso es trabajar en la condición física y tratar de demorar el proceso natural. El aragüeño está en eso. Es proverbial el esfuerzo con que se prepara en cada receso invernal, desde hace algún tiempo, y hoy, además, festeja porque por primera vez desde 2013 no tiene que rehabilitarse de alguna lesión.

“La fuerza está en las piernas”, recordó Cabrera, días atrás. De allí el entusiasmo con el que asegura que el poder regresará.

Allí está su desafío en 2016, para seguir en la ruta que conduce a los más grandes de todos los tiempos.

Publicado en El Nacional, el lunes 8 de febrero de 2016.

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