El Emergente
Por Ignacio Serrano
Alex Delgado |
Los mejores receptores no suelen ser los mejores bateadores. Hay casos, por supuesto. Johnny Bench fue una fuerza en Cincinnati, como Baudilio Díaz en el Caracas. Pero lo que más interesa en ellos es algo casi intangible.
Ese valor a veces desatendido por el gran público es lo que hoy lamenta haber perdido el Magallanes. Fue la clave del éxito en la más férrea dinastía que ha visto la LVBP. Es lo que salió a buscar Aragua cuando entregó a uno de sus mejores y más queridos maderos, Alex Romero, al comenzar esta temporada.
Alex Delgado es el epítome del buen catcher. Fue el conductor de los serpentineros en cuatro organizaciones y siempre con éxito. Fue campeón a medio tiempo con las Águilas en sus años mozos. Ayudó decisivamente en la primera clasificación de los Caribes. Fue piedra angular de los Cardenales a finales del siglo pasado. Y se convirtió en el gran aliado de Buddy Bailey en la insólita saga de los Tigres.
El propio Bailey no escatimaba elogios para el zuliano. Era su manager dentro del terreno. Inteligente al pedir los pitcheos. Seguro al bloquear el home.
Víctor Moreno y Francisco Buttó cuentan que su dominio en los innings finales se debió en buena parte a que no tenían miedo de lanzar un slider contra el suelo, sabedores de que Delgado iba a tomar el envió, que no iba a ser un wild.
Señor de los Anillos. Así apodaron al que algún día será manager en la LVBP.
Alfredo Pedrique se refería a estas cosas cuando, en octubre, atajó la hostil reacción de una parte de la tribuna contra Yorvit Torrealba, abucheos que ocurrían porque el nativo de Guarenas estaba en una mala racha ofensiva.
Explicaba el manager de los Leones que lo último que le interesaba de Torrealba era su bateo. Sí, fueron bienvenidos los batazos que dio en noviembre, diciembre y enero, pero para Pedrique la clave era otra: se trataba de cuánto influía en el juego su receptor.
Un aficionado que sabe de pelota lo tiene claro. Delgado dejó una discretísima línea ofensiva de .247/.265/.319, pero jamás, ni Bailey ni los seguidores de los Tigres, le pidieron que diera extrabases.
A eso se enfrentaron los Navegantes cuando Jesús Sucre se fracturó el peroné, el fin de semana. Juan Apodaca hizo un buen trabajo hace un año y Gustavo Molina llegó a las mayores gracias a su mascota. Pero ninguno jugó mayormente en la 2015-2016, y este era el momento de Sucre, legítimo grandeliga, gracias a su desempeño detrás del home.
Un líder en el dugout, aseguró el manager Carlos García sobre su lastimado mascoteador. Indiscutible director de orquesta.
Un terremoto mediático ocurrió cuando los Tigres enviaron a Alex Romero a las Águilas, en octubre. El toletero zurdo tiene fama bien ganada en Venezuela y lo refrendó con el título de bateo.
Jorge Urribarrí, integrante de la gerencia felina, interpretó el cambio de otro modo: era el mejor catcher disponible y había que entregar algo bueno por él.
El notable pitcheo del Zulia retrocedió esta temporada y los rapaces quedaron fuera. León es el caudillo de los bengalíes en estos playoffs.
Es el efecto Alex Delgado, que se hace evidente otra vez.
Publicado en El Nacional, el miércoles 20 de enero de 2015.