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La nueva cara de Margarita

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El Emergente
Por Ignacio Serrano

Caribes de Oriente fue un sueño de mucho tiempo. Anzoátegui, Monagas y Sucre son una veta beisbolera que dio a Venezuela grandes estrellas y figuras queridas por el pueblo, como Camaleón García, Manny Trillo y Antonio Armas.

Esa tierra nunca apostó con más fuerza por tener presencia en la pelota profesional que con la tribu. Costó casi dos décadas para al fin arraigar lo que hoy empieza a sentirse en el Chico Carasquel: un sentimiento de pertenencia que poco a poco gana en identidad y número.

Durante años, los aborígenes eran visitantes en su propio estadio. Carlitos Feo habla de “el oriente magallanero”, cada vez que los Navegantes salen de gira hacia allá. Pero la legión de caraquistas también abunda.

¿Qué ha hecho empezar a cambiar esa realidad? Más allá de los esfuerzos, campañas y promociones, el cambio inició cuando los Caribes, ahora de Anzoátegui, comenzaron a conjugar el verbo mágico del deporte: ganar.

La tribu ha disputado tres finales en esta década y ha ganado dos. En los cinco últimos torneos ha estado entre los tres mejores clubes.

Ganar tiene un efecto imposible de replicar por otra vía. Lo vivieron los Tigres, que recuperaron su impacto en las multitudes tras casi tres décadas de tropiezos; lo saben Leones y Navegantes, precisamente porque son quienes poseen más coronas en la historia de la LVBP; lo tienen claro los Tiburones, cuyo crecimiento se debió a aquellos conjuntos ganadores que ensambló Pedro Padrón Panza en los años 60, 70 y 80.

Eso es lo que hace tan importante esta clasificación de los Bravos. Más allá de la discusión sobre el nuevo sistema de puntos en nuestro beisbol, el pase de Margarita a los playoffs después de casi un lustro de eliminaciones es un bien necesario.

Tiene que ser una alegría colectiva, porque la LVBP necesita que todos sus integrantes estén afirmados en sus regiones y resulten económicamente viables. Eso pasa por el crecimiento de la fanaticada. Y esto comienza con las victorias.

Este equipo es seductor. Tiene un manager con un discurso claro y coherente, que sabe expresarse ante los medios y sus jugadores. No debería sorprender que algún día Henry Blanco asista a su primera entrevista para dirigir en las Grandes Ligas.

Tiene juventud con talento. Gran talento. Años de cambios trajeron a prospectos como José Osuna y las firmas pacientemente realizadas han cristalizado en jugadores como Breyvic Valera. Hay pocos grandeligas, como Ángel Nesbitt y Elías Díaz, un notable alumno de Blanco, pero hay muchos futuros bigleaguers.

Los neoespartanos, que cuentan con una dosis importante de veteranía, todavía necesitan que el despertar de Luis Jiménez sea de verdad. Pero han sabido robustecer su pitcheo, mezclando brazos nuevos con veteranos como Omar Bencomo Jr. y una importación muy bien ensamblada.

Los Bravos todavía no son, en el papel, el mejor equipo de Venezuela. Pero empezaron a serlo en los hechos, desde que comenzó la segunda mitad de la temporada.

El sistema de puntos ha sido su aliado, sí. Pero también marcó diferencia el creerse capaces de ganar. Esta escuadra le compró el discurso a su piloto, y nada es más peligroso en el deporte que un grupo que se siente y cree ganador.

Eso es bueno. Nuestra pelota necesita que Margarita sea un invitado que de verdad forme parte de la fiesta. Y hoy no sólo es un invitado más; también se trajo la música para poner a bailar a los demás.

Publicado en El Nacional, el sábado 26 de diciembre de 2015.

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