El Emergente
Por Ignacio Serrano
El beisbol es casi siempre un recuerdo de infancia, un amor temprano, un descubrimiento que comienza de la mano de nuestros padres, el día que por primera vez cruzamos las puertas del estadio y vemos con ojos maravillados ese paraíso presentido, ese escenario de sueños, ese hogar.
A este columnista le basta con cerrar los ojos por un minuto para volver a sentir los olores que se percibían a las puertas del Universitario, y escuchar las voces, y rememorar cada imagen.
El humo de los pinchos y la interminable cáscara enroscada de las naranjas, a la vera del parque; la multitud que se movía en derredor, porque ese día jugaba el Magallanes; los sobrecitos blancos con el pool de todos los días, que uno abría y leía “Primera base home club” o “Shortstop visitante”, y cruzaba los dedos para ganar algo con qué pagar los refrescos, la papita, el maní o el tostón.
Al Universitario llegábamos en el autobús azul que ponía San Ruperto, pero no importa la ciudad. ¿Quién de nosotros no entró al Luis Aparicio, al Antonio Herrera o al José Bernardo Pérez de la mano de un papá cariñoso, la primera vez?
Esos recuerdos se agolpan cuando vemos que este domingo tampoco habrá jornada completa en la LVBP.
Es la cuarta o quinta ocasión que esta temporada algunos equipos descansarán en el Día de Señor. Nos han tocado domingos de sólo dos juegos y cuatro escuadras libres. Domingos en los que padres e hijos no tienen la posibilidad de ir juntos al parque y compartir una tarde de beisbol.
Los ocho clubes hacen el calendario y son ellos mismos quienes lo revisan y aprueban. Tienen que prever muchos inconvenientes, como los viajes de oriente a occidente y esta nueva Venezuela, donde no todo se consigue a través de una llamada telefónica o un click en internet.
Por eso hay días libres inesperados y tantas fechas vacantes. Pero el niño que en los años 70 gozaba con cada batazo feriado quiere plantear algo a las novenas: nunca más dejen los estadios vacíos los domingos. Busquen el modo de viajar un sábado o un lunes, pero no cierren los parques en el único día en que padres e hijos encuentran otra excusa para anudar su afecto en nuestras gradas y tribunas.
Recuerden que el amor por la pelota comienza en la niñez. Que los aficionados de mañana necesitan los domingos de hoy; ir con sus padres al estadio y descubrir esa alegría de olores, imágenes y sabores que todos llevamos adentro para siempre y que hicieron del beisbol nuestra casa, nuestro disfrute y nuestro amor.
En estos tiempos difíciles es menester mantener sana la economía de los equipos, porque el presente y el futuro de nuestra pelota dependen de eso. Por eso se entiende que clasifiquen seis equipos, aunque eso de los puntos sea tan difícil de comprender por las mayorías, y que no haya round robin semifinal, pues ciertamente es mucho más costoso y las vías de comunicación en nuestra Venezuela no son lo que eran antes, qué paradoja.
Pero dentro de unos meses, cuando sea momento de diseñar el nuevo calendario, dejen los domingos y feriados para la familia. Que haya beisbol a la luz de sol, y que los padres entren a nuestros parques llevando de la mano a sus niños, a esos aficionados que algún día crecerán y seguirán haciendo de éste nuestro pasatiempo nacional.
Publicado en El Nacional, el martes 22 de diciembre de 2015.