El Emergente
Por Ignacio Serrano
Wilmer Flores era un gran prospecto de los Mets de Nueva York cuando varios equipos en la LVBP notaron algo extraordinario: el entonces novato no había sido protegido por los Bravos de Margarita antes del draft de la regla 7.06 en Venezuela.
Noticia bomba. Cualquier equipo que lo quisiera, podría reclamar a Flores, siempre y cuando el suyo fuera el primer fax en llegar a la sede de la liga, a partir de la hora en que quedaba abierto el proceso de escogencia.
Fue hace varios años. El fax era todavía una forma de comunicación comúnmente empleada. Varias escuadras se prepararon para apretar el botón de “enviar” a las 12 de la medianoche del día fijado, para adquirir al prospectazo. ¿Y qué pasó?
La gerencia insular también reparó en su error. Notó que había dejado fuera de la lista de protegidos a Flores, y que era inevitable perderlo. Así que buscó ayuda, y la encontró en los Tiburones.
La Guaira oyó la propuesta y la aceptó. Haría un esfuerzo por enviar al despacho de El Recreo un fax antes que cualquier otro conjunto, pidiendo al infielder de los Mets, y luego lo embarcaría a Margarita en un cambio, involucrando a varios peloteros, incluyendo alguno que le interesara particularmente a los salados y que resultó siendo Maicer Izturis.
Ganarían los escualos, ganarían los neoespartanos y todos quedarían contentos.
La fórmula que encontraron los litoralenses fue divertida: atiborrar el aparato de la liga con varios faxes, uno tras otro, a partir de las 11:55 pm y hasta las 12:05 am, aproximadamente. Harían lo posible por evitar que otro fax entrara, pidiendo al pelotero en cuestión.
El resto es historia. Flores pertenece a Margarita e Izturis le sirvió a los Tuburones para adquirir a Alcides Escobar en otro pacto, tiempo después.
Aquel episodio hizo que la LVBP cambiara los procedimientos, guardara para siempre el fax y realizara un draft de verdad-verdad, transparente, con todos los equipos presentes y sin posibilidad de que se repitiera lo ocurrido.
El frustrado cambio de Alex Torres, de las Águilas a los Tigres, por Teodoro Martínez y Ronald Torreyes, debería motivar una reflexión semejante en quienes conducen nuestro beisbol.
El pacto, dicen las partes, ocurrió a las 5:55 pm. El correo llegó a la liga a las 6:04 pm o algo así. El límite para los acuerdos en la 2015-2016 era las 6:00 pm.
La liga no aceptó el traspaso. Está bien, lo dicen las reglas. Pero estamos hablando de una liga que acaba de modificar las condiciones de campeonato para los casos de empates triples en el quinto o sexto lugares y que ha rebajado dos veces la pena por dopaje a Héctor Giménez. ¿Es consistente eso con el no permitir el pacto entre felinos y rapaces, por fallar unos minutos?
¿Por qué se le permite a algunas novenas inscribir su roster semanal algunos minutos después de las 4:00 pm, pero en este caso no aplica la mano izquierda?
Dicen los equipos que comunicaron verbalmente la transacción antes de las 6:00 pm. Y que enviaron el correo de inmediato.
La hora de envío queda registrada siempre en todos los correos. Debería ser suficiente prueba para admitir la negociación. Pero si fallaron en verdad por un par de minutos, valen la pena dos sugerencias.
La misma flexibilidad que aplicó para Giménez, para los empates y para otros casos antes, debería aplicar acá; las normas están para cumplirse a rajatabla, pero si se moderan y se le da permiso a algunos, debe darse permiso a todos.
Y bueno, quizás sea tiempo de crear un sistema automatizado que no dependa de la velocidad del ABA, de Hotmail, de la hora del almuerzo o de aquel dichoso fax.
Publicado en El Nacional, el viernes 18 de diciembre de 2015.