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Dopaje

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El Emergente
Por Ignacio Serrano

El positivo por dopaje de Héctor Giménez es un recordatorio de que incluso los jugadores más experimentados y, diríase, con mayor conocimiento del tema, pueden ser sorprendidos por haber consumido sustancias vedadas.

El rango de prohibición es muy amplio. Abarca las sustancias que buscan crear músculo, como los esteroides y la hormona de crecimiento humano; los estimulantes, como las anfetaminas y sus relacionados; las llamadas drogas de abuso, conocidas también como recreaciones; y en muchos casos, claro, aquellas sustancias que sirven para enmascarar, coadyuvar o limpiar el uso de los agentes dopantes.

Es un tema muy complejo. Sobre todo, porque conlleva un juicio a favor o en contra de la opinión pública sobre una estrella, un deportista a quien sus aficionados usualmente están dispuestos a perdonar casi cualquier cosa, por nostalgia de sus hazañas pasadas o por disfrute de su rendimiento actual.

Giménez tuvo una reacción ejemplar. Antes de que se hiciera público a los medios, aceptó su falta. Confesó el tipo de estimulante que había consumido. Reconoció el error. Se ofreció para ir a la liga paralela a dar charlas y ponerse como ejemplo. No ofreció pelea, sino disculpa, y la posibilidad de causar un bien a partir de un mal paso.

De allí la decisión de la liga de reducirle el castigo de 25 a 20 juegos, como lo permite el reglamento con quienes prefieren la colaboración.

¿Por qué los estimulantes están vedados? Hay dos grandes motivos.

Primero, por el riesgo que implica su consumo. Las anfetaminas, por ejemplo, pueden causar severos desórdenes en el sistema nervioso cuando se toman sin supervisión médica, llevando incluso a periodos de depresión emocional.

Segundo, claro, está el aspecto deportivo, el no permitir que agentes externos, peligrosos para la salud de los atletas, mejoren el rendimiento del consumidor, dándole una ventaja añadida sobre los demás.

Dijo alguna vez el gran Fausto Coppi, la primera leyenda del ciclismo profesional, que era imposible hacer el Giro de Italia o el Tour de Francia sin anfetaminas, por el brutal esfuerzo que representaba. Por eso hoy, después del último escándalo en ese deporte, el de Lance Armstrong, las distancias en las rutas se han reducido, tratando de hacer más humano aquello que sólo podía ser ganado por robots o por quienes recurrieran al dopaje.

El caso de Giménez es un recordatorio de esto y una clarinada para quienes hacemos vida en la LVBP, desde directivos, aficionados y medios de comunicación, hasta el más joven prospecto de la paralela.

Demuestra que aún falta más información, para hacer saber a los peloteros que una simple bebida o una pequeña pastilla para combatir el agotamiento pueden implicar una transgresión, por lo que es menester saber muy bien lo que se toma y si está o no entre lo permitido por el reglamento.

Demuestra que el sistema funciona, sin importar que se trate de uno de los principales protagonistas del circuito en lo que va de siglo, un pelotero, además, muy bien considerado entre sus colegas, por su carácter, disciplina y correcto modo de conducirse dentro y fuera del terreno. Un profesional.

Y demuestra también que deben aumentarse los controles, incluyendo exámenes fuera de temporada a quienes no participen en torneos donde existan programas antidopaje, y añadiendo algunas pruebas de sangre cada año (más eficaces que las de orina, especialmente para detectar la hormona de crecimiento).

Hay un paso más que pudiera profundizar aún más la lucha que emprendió la LVBP hace dos campañas y darle más poder de persuasión ante los posibles infractores, que todavía los hay: incluir a partir de la próxima zafra los exámenes obligatorios a quienes dominen ciertas categorías individuales, exactamente como ocurre en los deportes olímpicos, donde todos los medallistas son testeados, sin necesidad de sorteo. Que los tres primeros en average, jonrones, empujadas, robos, efectividad, ganados, ponches y salvados, por ejemplo, rindan examen a mitad de calendario y al final de la justa.

Será un modo de acrecentar aún más la credibilidad de un programa que tiene a Venezuela a la vanguardia del Caribe.

Publicado en El Nacional, el domingo 6 de diciembre de 2015.

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