El Emergente
Por Ignacio Serrano
Cooperstown está de fiesta, nuevamente. Pedro Martínez, John Smoltz, Randy Johnson y Craig Biggio son entronizados en el Salón de la Fama y el beisbol vuelve a aplaudir.
Es una celebración doble para América Latina. El dominicano Martínez fue uno de los pitchers más dominantes de su tiempo y de cualquier época.
Más allá del debate sobre su total de victorias, que refuerza la opción a futuro de Félix Hernández, se trata de un lanzador brillante, que sobresalió en una época en la que una multitud de bateadores se dopó consistentemente para incrementar sus números ofensivos.
Un puñado de latinoamericanos recibe a Pedro en la inmortalidad. Entre ellos, un venezolano: Luis Aparicio. Pero hay muchos ausentes. Uno de los más notables es David Concepción.
El Rey David ha sido postergado por culpa de su posición. El short stop es el lugar del diamante que menos veces ha sido favorecido por los votantes.
Un especialista en el bateo, sin habilidad con el guante, puede ser bienvenido en el templo. También un especialista del relevo. Un especialista de la defensiva, no. Y eso es injusto.
Ozzie Smith es la única excepción a la regla en más de medio siglo. Aunque fue creciendo a la ofensiva, con los años, su sello fue la defensa. El mejor de su tiempo, sin duda alguna. Merece estar allí.
Concepción jugó un poco antes, aunque el final su carrera en las paradas cortas se solapó con el comienzo de Smith.
El aragüeño fue el paracorto con más alcance, asistencias, outs y dobleplays en los años 70. Fue líder en la Gran Máquina Roja, la divisa que disputó cuatro series mundiales y seis playoffs, con dos coronas en aquella década.
“La pega que mantuvo unida las piezas del engranaje”, según Johnny Bench. “Un torpedero de Salón de la Fama”, según Barry Larkin.
El deseo de Bench y Larkin, dos inmortales, no se ha cumplido porque Concepción no bateaba. Tuvo una línea ofensiva de .267/.322/.357, ciertamente discreta. Pero aquello es una media verdad.
Es injusto compararlo con todos en las mayores. El punto es que su línea está por arriba de la media de los campocortos en su época. Y otros contrastes demuestran que el nativo de Maracay bateó mucho más que sus colegas.
Valga este repaso, usando el motor de búsqueda de Baseball Reference, para comparar a los shortstops que disputaron al menos 1.000 encuentros entre 1970 y 1988.
Concepción es el paracorto con más juegos (2.488, incluyendo las veces que ocupó otra posición), apariciones (9.641) y turnos (8.723). Es el segundo en anotadas (993), hits (2.326), dobles (389) y empujadas (950). Es tercero en boletos (736). Cuarto en robos (321).
El único con más anotadas, hits, dobles y empujadas es Robin Yount, miembro de Cooperstown. Pero no fue un legítimo defensor de la posición. Disputó 1.479 juegos allí, pero también 1.218 en el outfield, 137 como designado y 12 como inicialista.
Yount está en el Salón de la Fama por su bateo. Logró dos guantes de oro (y Concepción obtuvo dos bates de plata), pero su aporte primario fue la ofensiva.
Cooperstown vuelve a estar de fiesta con el ingreso, este domingo, de cuatro nuevos inmortales. América Latina celebra doblemente, por la entronización de Pedro. Pero el pabellón sigue incompleto.
Allí falta el mejor short de los años 70. Falta Concepción.
Publicado en El Nacional, el domingo 26 de julio de 2015.