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¿Salón de la Fama de Venezuela? ¿O de la LVBP?

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El Emergente
Por Ignacio Serrano

¿Es Robert Pérez uno de los mejores peloteros venezolanos de todos los tiempos? Eso depende. ¿Hablamos de las Grandes Ligas, o del beisbol en general, como pasatiempo nacional?

¿Es uno de los mejores jugadores en la historia de la LVBP? Sin duda. Sus números lo dicen.

¿Y Tomás Pérez? Acaba de retirarse con más de 1.000 hits. ¿Y Santos Hernández, cuyo récord de salvados está en riesgo ante Hassán Pena?

¿Son candidatos a la inmortalidad Oscar Salazar, José Castillo y René Reyes? Los tres superan los 800 imparables y tienen una clara opción de llegar al mítico millar, que durante tanto tiempo poblaran únicamente unos pocos inmortales: Víctor Davalillo, César Tovar, Camaleón García y Teolindo Acosta.

Cada año, con cada planilla de votación para nuestro Salón de la Fama, periodistas, ejecutivos y aficionados nos hacemos la misma pregunta.

¿Son comparables las principales figuras de la LVBP con nuestros máximos representantes en las mayores? ¿Tomasito con David Concepción? ¿Robert Pérez con Antonio Armas? ¿Están en un mismo plano Alex y Miguel Cabrera?

Hay una diferencia crucial: mientras unos han sido estrellas en la gran carpa, otros jugaron un papel estelar en circuitos menos representativos. Quizás fuera por lesiones, mala suerte o por no recibir la oportunidad; el caso es que el nivel de exigencia para unos y otros fue diferente.

El problema es que los votantes estamos obligados a cumplir con el mandato de la norma: vale tanto lo hecho en la LVBP como en la MLB, México o Japón. Nos piden tomar en consideración todas las ligas, todos los desempeños. Y está muy bien.

Alex Ramírez, por ejemplo, es candidato a entrar al Salón de la Fama del beisbol japonés. Fue una súper estrella en el Lejano Oriente. ¿Debemos obviarlo porque no pudo probarse a tiempo completo en las Grandes Ligas?

Muchos votantes piensan que sí. Creen que la excelencia lleva el sello de las mayores. Y tienen razón. Pero este es nuestro pasatiempo nacional, y el nuestro es el Salón de la Fama del Beisbol en Venezuela, no es el Salón de la Fama de los grandeligas criollos.

Si no es elegible un Robert Pérez, alguien que durante más de 20 años fue tema de conversación entre octubre y enero, un atleta archi conocido por sus hazañas en la pelota nativa, ¿no estanos dejando fuera un capítulo larguísimo de nuestro deporte favorito?

Este riesgo será cada vez mayor, porque cada vez será más grande la diferencia entre las figuras del patio que ven acción en la gran carpa y aquellas que hacen del torneo local un espectáculo entrañable, amado por las mayorías. Porque sabemos que cada vez menos bigleaguers establecidos jugarán acá.

Por eso esta columna. Al frente de la LVBP y del Salón de la Fama del Beisbol en Venezuela está hoy un grupo de legítimos hombres de beisbol. Quizás sea la hora de hacer como en su tiempo hizo Cooperstown: separar las planillas, crear un comité de Ligas Negras (que acá podría ser el comité de la LVBP) y un proceso independiente para los ejecutivos y comunicadores, fuera de las papeletas habituales.

Se trata de darle un lugar a cada quien, sin restar mérito y leyenda a quienes, sin ser estelares en la MLB, han sido también protagonistas de nuestros sueños, de nuestro día a día y de nuestro amado pasatiempo nacional.

Publicado en El Nacional, el martes 1° de diciembre de 2015.

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