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Ronald Herrera y José Briceño, piezas de cambio

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El Emergente
Por Ignacio Serrano

¿Quién es Ronald Herrera? Eso mismo se preguntaron esta semana en Nueva York.

Herrera es un joven lanzador, que ha volado bajo el radar. Pertenece al Caracas, como algunos aficionados bien saben, aunque no ha debutado en la LVBP. Y el miércoles fue noticia, al ser enviado por los Padres a los Yanquis, en el cambio por el también venezolano José Pirela.

Por supuesto que este último es la figura, el nombre que encabezó los titulares. Pasó por las Grandes Ligas, jugó con el equipo más amado y adversado en el beisbol y acá, en su país, es un pelotero admirado por propios y rivales.

Pero ahora a los neoyorquinos interesa más este desconocido que llega al Bronx. ¿Vale lo que dice esta transacción? ¿Será de ayuda algún día o se convertirá en un elemento más para dar profundidad a las granjas?

Dos criollos han pasado por esto en los últimos días. También el receptor José Briceño estrena organización. Y ese es el origen de esta columna: ¿qué futuro tienen en los diamantes estos dos diamantes sin tallar?

Herrera es un caso interesante. Va a su tercera organización, pues originalmente firmó con los Atléticos, pero sólo tiene 20 años de edad y ya lanzó en doble A.

Sus números en 2015 no fueron especialmente brillantes, con 4.08 de efectividad y promedios de 6,4 ponches y 2,6 boletos por cada 9.0 innings.

Dicho ya eso, hay cosas que permiten pensar a futuro en él. Sus números fueron conseguidos en estadios mayormente ofensivos, los de la Liga de California, con sus parques diminutos, favorables a los bateadores.

En ese medio ambiente apenas le conectaron 10 jonrones en 145.0 episodios, para una media muy parecida a esa de 0,5 vuelacercas que de por vida ha tolerado cada 9.0 entradas.

Esa tendencia a mantener la pelota dentro del parque puede resultar de gran provecho si el derecho llega al Yankee Stadium. Posee una recta que pasa por el home a 92-94 millas por hora, con una curva de rápido quiebre y una recta cortada en desarrollo.

En agosto tiró un blanqueo en doble A. Porque sí, es abridor. Apenas supera los 175 centímetros de estatura, pero parece tener todo para algún día recompensar a quienes tengan fe en él.

¿Y Briceño? ¿Quién es Briceño?, han podido preguntarse en Anaheim. O puede que no lo hayan preguntado con similar insistencia, si recordamos que en esta segunda transacción hubo cinco jugadores involucrados, incluyendo al mejor shortstop defensivo de la Liga Nacional, Andrelton Simmons.

El receptor nació hace 23 años y no ha pasado de clase A avanzada, lo que sería una preocupación si no se tratara de un catcher, posición en la que la madurez llega más lentamente.

Algunos aficionados del Magallanes le recordarán bien. Subido desde la paralela, no le tomó mucho tiempo para hacerse notar, con 6 jonrones en menos de 30 apariciones. Esa es una frecuencia jonronera que ya hubiera querido Barry Bonds en sus mejores tiempos con el laboratorio Balco.

Briceño no ha mostrado ese poder en el norte. Allá ha ligado 28 bambinazos en 1.327 apariciones, aunque su línea ofensiva global de .255/.311/.390 es mucho mejor que esa de .183/.215/.267 con que cerró en clase A avanzada esta temporada.

¿Triunfará en Anaheim? Tiene herramientas. Pero eso sí: a diferencia de Herrera, le queda menos tiempo para demostrarlo.

Publicado en El Nacional, el sábado 14 de noviembre de 2015.

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