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Lágrimas de congoja, lágrimas de alegría

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El Emergente
Por Ignacio Serrano

No solo Wilmer Flores ha podido perderse esta cita con la Serie Mundial. De haber ocurrido en julio aquel cambio entre los Mets y los Cerveceros, los propios metropolitanos han podido faltar a la fiesta.

Flores iba a pasar a Milwaukee, ¿recuerdan? Cuando se regó la voz y el venezolano lo supo, no pudo aguantar las lágrimas en el short. De pronto, y sin aviso, le tocaba dejar su casa, su ciudad, un equipo ganador, sus compañeros, la única organización de su vida profesional.

El carabobeño todavía es muy joven. En esta, su primera temporada completa, acaba de cumplir 24 años de edad. Su congoja le hizo célebre, y más cuando se supo que el cambio se había cancelado, ante versiones no muy claras sobre la salud de Carlos Gómez, ese slugger que iba a pasar de los lupulosos a los neoyorquinos en la fallida transacción.

Gómez estaba sano y terminó con los Astros. Los Mets, en su búsqueda de un bate para la recta final, armaron otro paquete y adquirieron a Yoenis Céspedes, de los Tigres.

El dominicano bateó en Houston para .242/.288/.383, con 4 jonrones y 13 impulsadas. El cubano ligó en Nueva York para .287/.337/.604, con 17 vuelacercas y 44 remolques. Muchos piden para Céspedes el premio al Más Valioso.

¿Lloró Flores el miércoles, en medio de la celebración por el pase a la Serie Mundial? ¿Lloró alguno de sus compañeros, algún aficionado? No hay nada más deseado en las Grandes Ligas que disputar el clásico de octubre.

La diferencia es que estas han debido ser lágrimas de alegría. Y son posibles, en parte, gracias a que Flores enjugó aquellas lágrimas de tristeza y se quedó con el equipo de toda su vida.

Publicado en El Nacional, el viernes 23 de octubre de 2015.

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