El Emergente
Por Ignacio Serrano
Los Tigres de Aragua anunciaron el retiro del número 20. Ante esa mención, los aficionados más jóvenes posiblemente recuerden a Ramón Castro, infielder que defendió a los felinos durante su dinastía en la década pasada.
De eso se trata. El retiro de un número busca la inmortalización de un pelotero que fue leyenda en una franquicia. Busca que la sola mención evoque hazañas y estadísticas notables. Busca que sean más fuertes las raíces históricas que afianzan la afición por un equipo, con todo lo que eso significa.
No es casual que las principales estrellas del beisbol hayan recibido tal homenaje. En las Grandes Ligas, por ejemplo, todos piensan en Luis Aparicio cuando miran la pared del US Cellular Field donde está pintado el 11, así como en Cincinnati rememoran a David Concepción, y en Cleveland a Omar Vizquel, cuando se topan con el 13 en el Great American Ballpark o en el Progressive Field.
Esa es exactamente la intención. El beisbol ha probado que no existe mejor estatua que un número sobre ladrillos. Los padres podrán contar a sus hijos el por qué eso está allí, y los hijos crecerán y le contarán a sus propios vástagos.
Aragua anunció la semana pasada que el 20 será retirado y eso tiene que ser una alegría para quienes amamos el beisbol.
El 20 de los Tigres es de Castro, actualmente coach de la divisa, pero también fue de Roberto Muñoz, miembro de nuestro Salón de la Fama, figura de la primera dinastía aragüeña.
Porque hubo otra época en la que los rayados fueron potencia.
Los bengalíes ganaron tres campeonatos entre 1971 y 1976, con Concepción con el gran líder y Muñoz como su principal lanzador. Su huella, como la de tantos otros en la LVBP, se ha borrado parcialmente, debido a la falta de bibliografía y a la ausencia de hitos y espacios que podrían llenar nuestros parques con las hazañas de antaño.
La decisión de los Tigres es, en ese sentido, un feliz acto de justicia. Esas generaciones jóvenes que no han oído de él, comenzarán a empaparse con sus hazañas y logros, con su importancia para la divisa.
Muñoz nos dejó ya, físicamente. Pero gracias a esto, y a su inclusión en el pabellón de Valencia, no morirá jamás.
Ahora es menester saldar otras deudas con la historia, que en el caso de los centrales es un importante tributo por pagar.
Los números 11, 13, 18 y 47 aparecen en un lugar prominente en el estadio José Pérez Colmenares. Es la presencia constante de Aparicio, Concepción, Chalao Méndez y Rosman García.
Falta el 2 de Víctor Davalillo. Pocos peloteros criollos han aportado tanto a la causa de los Tigres como el zuliano. Estuvo a bordo durante 10 temporadas. Impuso récords, como ese todavía vigente de 100 hits en una campaña.
Falta el 15 de Víctor Moreno, ahora que se ha retirado. Es el pitcher con más victorias en la historia de la divisa, una enseña de la segunda dinastía. Tarde o temprano, tiene que estar expuesto junto a los otros grandes.
Falta el 12 de Richard Garcés. Hoy el 12 es polémico, por la diatriba entre Eduardo Pérez y Yangervis Solarte. Pero el líder salvador de todos los tiempos merece el homenaje.
Faltan el 28 de Leonardo Hernández y el 36 de Roberto Zambrano, los dos grandes jonroneros de la franquicia.
El homenaje a Roberto Muñoz es justo, qué alegría. Pero en Maracay quedan otras deudas por saldar.
Publicado en El Nacional, el miércoles 21 de octubre de 2015.