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Guillén, Maddon y el papel decisivo de un manager

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El Emergente
Por Ignacio Serrano

Así que Oswaldo Guillén quiere ser manager, nuevamente. Era de esperarse, ¿no? Es un buen analista, es grato escucharle en ESPN, pero como él mismo confesó a USA Today, prácticamente nació con un uniforme puesto. Aquello, no esto, es su real vocación: ser parte del juego.

¿Extrañan las Grandes Ligas al venezolano? Quién sabe. Es probable que un sector no. Guillén no cae simpático a algunos que prefieren declaraciones más cuidadosas, menos polémicas.

Él, que es un hombre inteligente, asegura que nunca más soltará frases como aquella en la que dijo admirar a Fidel Castro, a pesar de no estar de acuerdo con sus ideas políticas. Él, que es un corazón impulsivo, quizás nunca pueda cumplir con esa promesa de ya no meterse en honduras delante de los grabadores, a menos que se trate de una discusión de pelota.

No importa lo que piense ese sector; Guillén es un buen piloto, a sus 51 años de edad todavía es joven y posiblemente sigue siendo capaz de impactar en el destino de una franquicia, torciendo el rumbo hacia un récord positivo.

Porque el ex campocorto es un ganador. A pesar del desastroso último año con los Marlins, ese 2012 para el olvido, su porcentaje de victorias global es .513, con 12 victorias en 16 encuentros de postemporada.

Guillén demostró con los Medias Blancas que es un estratega que inspira a más a sus dirigidos. Un motivador. Los patiblancos nunca tuvieron un grupo de estrellas. ¿Lo eran Paul Konerko, Juan Uribe, A.J. Pierzynski?

Contó con buenos pitchers al inicio y supo manejarlos correctamente. Pero el devenir de las cosas ha demostrado que el gerente general Kenny Williams, ahora presidente, tuvo tanta o más responsabilidad por la sequía que vino después de la corona obtenida en la Serie Mundial de 2005.

Sin Guillén, pero aún con Williams, Chicago ha cerrado con marca negativa en tres de cuatro campañas, con una pésima foja de 293-346 (.459). Pobre Robin Ventura. Es un caballero y un hombre de beisbol. Pero tampoco le han dado las piezas que otras divisas, conducidas por otros gerentes, sí saben desarrollar o sí pueden pagar.

Al otro extremo de la ciudad hay un ejemplo notable de eso. Los Cachorros van rumbo a la postemporada, a pesar de tener el roster más joven de las Grandes Ligas. Son una combinación de astros consolidados como Jon Lester, jóvenes talentosos como Héctor Rondón, fracasos redimidos como Jake Arrieta, y reclutas que prometen impactar el deporte a largo plazo como Kris Bryant.

Esa combinación está bajo las órdenes de otro dirigente de gran influencia, Joe Maddon, quien seguramente será el Manager del Año en la Liga Nacional.

Maddon también es un motivador. También es inteligente. Sus frases son a menudo afiladas, pero no por polémicas. Usa el ojo para evaluar, pero usa mucho más las nuevas herramientas que ofrece el análisis estadístico del juego. Cambió el destino de una franquicia pobre, como Tampa Bay. Ahora es la esperanza del equipo del norte en la Ciudad de los Vientos.

El estadounidense es el timonel perfecto. Políticamente correcto delante de la prensa, irreverente en sus decisiones, inspirador delante de sus peloteros, activo en proyectos comunitarios. Y es un ganador.

Así que Guillén quiere bajar al terreno otra vez. Ojalá pronto reciba la oportunidad, para ver cómo le va.

Publicado en El Nacional, el domingo 27 de septiembre de 2015

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