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La primavera en otoño del beisbol venezolano

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El Emergente
Por Ignacio Serrano

Darwin Cubillán
Darwin Cubillán no parece tener 43 años años de edad, mientras luce los colores aguamarina de los Bravos. Tampoco parecía tener 42 cuando uasaba la camiseta de los Leones. Dice la conseja popular que las personas de su raza tienen la maravillosa ventaja de envejecer más lentamente que los demás. Vaya usted a saber si es verdad, pero así parece.

Cubillán, sin embargo, carga consigo los mismos sueños de cuando, al final de su adolescencia, esperaba ganarse un lugar con los Tigres, su primer equipo en la LVBP.

Hace dos décadas de aquello y no ha dejado de buscar. El beisbol, claro, es su medio de vida. Su paso por las Grandes Ligas fue relativamente fugaz y todavía, mientras sea capaz de sacar outs, tiene trabajo en Italia, ¿por qué no aquí?

El zuliano fue el pitcher de más edad en la liga, la temporada pasada. Sólo hubo otro cuarentón sobre la loma, apartando a Tomás Pérez, que tomó la pelota por un inning cuando jugó las nueve posiciones, en el homenaje que le realizaron los Caribes.

Aquel otro cuarentón ni siquiera era criollo; fue el dominicano Luis Vizcaíno.

La edad es un privilegio en ciertas ocasiones. Cuando Cubillán debutó en la pelota profesional, daban sus primeros pasos en las academias, o acababan de firmar, colegas suyos que alcanzarían el estrellato: Magglio Ordóñez, Carlos Guillén, Bob Abreu, Richard Hidalgo, Ramón Hernández.

Todos ellos se retiraron. El nativo de Bobure no. Viene de otra buena cosecha con el San Marino, en la bota del Mediterráneo, así que los Bravos decidieron hacer una prueba e invitarlo al campo de entrenamientos, al saber que los Leones le había dejado en libertad.

El otro cuarentón activo que le queda a la LVBP también asomó este lunes por los campos de pretemporada. Con Abreu fuera, con Henry Blanco, Tomasito y Robert Pérez dedicados a otros asuntos, ya sin calzar los spikes, Alex Cabrera ha quedado como el Matusalén de los bateadores.

Cabrera ha hablado muchas veces de retiro, pero sigue en acción. Ya no juega afuera. Su última experiencia, en México, terminó con el mal sabor de un examen positivo por dopaje. Acababa de romper la legendaria marca de jonrones que impuso alguna vez Baudilio Díaz. Meses después, pudo conseguir otra buena cosecha con La Guaira, en la pasada campaña.

Con el Samurái llegó Hernández, el antiguo receptor del Magallanes, Bravos y Pastora, dueño de algunas marcas para venezolanos en las mayores y uno de los bates más finos y temidos en la LVBP durante los últimos tres lustros.

El sucrense todavía es joven, en términos generales. Y en términos deportivos, al menos lo es en comparación con Cabrera y Cubillán. No cumplirá los 40 hasta mayo de 2016 y demostró en la última campaña que todavía podía mover el madero.

Claro, el mayor gusto de Hernández era la receptoría, pero ya el cuerpo no le permitía seguir de cuclillas detrás de home, noche tras noche. Tuvo que renunciar primero a la gran carpa y finalmente al beisbol activo, al no poder jugar donde quería.

Ahora prueba un nuevo papel con los Tiburones, como coach de banco. También los instructores sueñan y ven el futuro con optimismo, en esta primavera beisbolera que es cada pretemporada, un tiempo en el que algunos, como Cabrera y Cubillán, creen posible alargar su otoño deportivo.

Publicado en El Nacional, el martes 22 de septiembre de 2015.

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