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Contra la violencia: esa tarea pendiente de la LVBP

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El Emergente
Por Ignacio Serrano

La LVBP adoptó un nuevo formato de competencia, para facilitar la logística de la postemporada y garantizar las finanzas de los equipos en estos duros tiempos.

Las novenas de la capital ajustaron la hora de juego en las noches, para que cada quien pueda ir más temprano a casa.

La realidad de nuestra Venezuela obliga a tomar decisiones cuyos resultados ya se evaluarán. Pero en la lista de cosas por hacer queda un asunto pendiente que puede y debe ser atendido por los clubes y la directiva de la liga.

La pelota tiene que proponerse, desde el 7 de octubre, hacer una contribución activa al clima de tensiones en el que vive la ciudadanía. Puede y debe poner de su parte para que los venezolanos rescatemos aquellos valores que hoy parecen perdidos.

Es necesario, para beneficio del espectáculo y para bien de todos los que vivimos en esta tierra, una campaña activa, generadora de un cambio de actitud en gradas y tribunas.

Los estadios son una cosmogonía, una muestra en pequeño de lo que somos afuera. Y progresivamente, con la llegada del nuevo siglo, se han acentuado conductas violentas y a veces autodestructivas.

Hemos visto peloteros que golpean umpires. Personas que saltan al campo a increpar a los árbitros. Ejecutivos que atizan descortésmente a sus contrarios. Jugadores que protagonizan grescas absurdas.

Ya no se trata únicamente de la pedrada ocasional desde el graderío o las peleas a golpes entre fanáticos pasados de tragos. Eso, que estaba mal y debe combatirse, ha quedado como antecedente de lo que hemos vivido en las últimas temporadas.

Hemos visto a personas desaforadas amenazando a sus propios peloteros y técnicos en las afueras de los parques. Gritos e insultos en masa contra managers y jugadores del propio bando.

Ya la burla y la grosería contra el rival es una mala señal. Una cosa es el popular chalequeo, la mofa natural que todo aficionado aplica a sus rivales. Otra es pasar a la amenaza, al improperio y la violencia.

Los equipos y la liga no necesitan invertir mayor cosa para combatirlo.

Basta con que cada escuadra grabe un video donde sus figuras, esas a las que quiere el público, digan en pocas palabras por qué ayuda más un aplauso cuando se vive un mal momento, en vez de un insulto que agrave el slump. Un video que llame al corazón de todos y se pueda ver en la práctica de bateo o en algún entre inning.

Que esa parte de la fanaticada entienda que más se ayuda apoyando que agrediendo.

Basta con que cada novena grabe pequeños cortos donde sus jugadores emblemáticos inviten al juego limpio y a aplaudir también el esfuerzo de los adversarios. Y ponerlos en la pantalla gigante antes de la voz de playball.

Basta con hacer llamados a través de los circuitos de radio, más allá de los lugares comunes. Involucrar a las televisoras y a los medios escritos. Colocar pendones en los estadios, con mensajes edificantes que refuercen valores.

El deporte puede ser un poderoso ejemplo de convivencia. También puede ser el reflejo de lo peor que vamos siendo. ¿Qué alternativa queremos?

Todos podemos y debemos hacer algo para que nuestra Venezuela sea un país solidario, amable, donde pensar y ser diferente no importe, sino que enriquezca. Todos podemos y debemos hacer algo para desterrar la violencia.

Ese será el mayor legado que la LVBP le dará al país.

Publicado en El Nacional, el domingo 20 de septiembre de 2015.

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