Carlos Torres es desde esta semana el segundo árbitro venezolano en la MLB
La adolescencia de Carlos Torres terminó en los años 90. Ya no podría triunfar en el beisbol, como había soñado. Cree que le faltó dedicación, una virtud difícil a edades tan tempranas.
Torres era lanzador, aficionado del Caracas y admirador de Urbano Lugo hijo, el pitcher que ayudó a los Leones a conquistar varias coronas en la LVBP.
Se veía en las Grandes Ligas, al igual que su ídolo. En cambio, terminó dictando sentencias en un campo de beisbol menor de su Barquisimeto natal, mientras chicos todavía más jóvenes que él tomaban la pelota y jugaban a sentirse bigleaguers en los torneos de los Criollitos.
Aquel día, resignado a no poder lanzar en las mayores, comenzó la verdadera carrera del nuevo grandeliga de Venezuela.
Torres, de 35 años de edad, fue llamado por la oficina del comisionado a cargo de arbitraje para sustituir esta semana a su colega Mark Ripperger, durante la serie entre los Indios y los Rojos, en Cincinnati.
En marzo fue asignado al roster de umpires de la gran carpa, con el número 37. Desde entonces esperaba por este aviso, deseoso de emular a su amigo Manuel González como árbitro en la mejor pelota del mundo.
“Fue una sorpresa muy grata, de verdad”, confesó al otro lado del teléfono, recién llegado a la ciudad donde completará una meta.
Como umpire up and down, a Torres le toca hacer lo que ya hizo González en 2010: subir y bajar desde las menores, conforme sea requerida su presencia arriba. De su desempeño dependerá lograr un puesto definitivo, la próxima temporada o un poco después.
“También los umpires soñamos con las Grandes Ligas”, admitió.
Torres es uno en medio de la decena de hombres de azul que ha colocado la LVBP en el sistema de granjas del beisbol organizado.
En Venezuela ya acumula elogios y reconocimientos. Recibió el premio Gualberto Acosta al mejor de su profesión en la campaña 2014-2015 y ha podido repetir el galardón en la 2015-2016, de no reportarse muy tarde debido a que fue llevado por la MLB a la Arizona Fall League.
Al circuito suramericano le agradece el entrenamiento. Allí, afirma, entrenó esa característica básica que hace de él uno de los jueces más enfocados y que mejor sentencia bolas y strikes: “La concentración”.
“Todo va con la disciplina que puedas tener, igual que pasa con los jugadores”, explicó. “Amo mi carrera, y con este trabajo que amo, estoy sacando a mi familia adelante. Debo cuidarme, cuidar el físico, cuidar mi carrera, ser consistente. En la LVBP también nos han dado muchas charlas de autoestima, de manejo de situaciones. Han sido de gran ayuda”.
Fue asignado a la segunda base en el choque de este viernes. El sábado le toca en la inicial. El domingo estará en el home.
Torres no soñó con esto cuando decretaba outs en la capital larense, ubicada a unos 500 kilómetros de Caracas. Ya por entonces sabía que no jugaría pelota de alta competencia. Otros lo harían en lugar de él.
Uno de esos muchachos era Carlos Carrasco, también barquisimetano, miembro actual de la rotación de abridores de los Indios.
“Nos conocemos de cuando él era un niñito jugando con los Criollitos y yo arbitraba los fines de semana”, recordó.
La adolescencia de ambos ha quedado muy atrás.
Carrasco está anunciado para lanzar el domingo. Ese día, Torres volverá a cantar en bola o strike los pitcheos que haga el diestro y será tan bigleaguer como lo es él.