Se acaba de cumplir un cuarto de siglo del debut de Ugueth Urbina en las Grandes Ligas. Y justo al día siguiente, aparece un análisis de Pablo Ocariz defendiendo la estatura de Francisco Rodríguez como uno de los mejores relevistas que han pasado por las Mayores. El azar los ha puesto uno al lado de otro, nuevamente, y este columnista de inmediato empezó a hacerse preguntas.
¿Qué tan lejos hubiera llegado Urbina, en caso de no interrumpir su carrera cuando apenas tenía 31 años de edad? Posiblemente habría superado los 300 salvados. No se puede descartar que haya conseguido contrato como cerrador en 2006 o tiempo después. Todavía era relativamente joven. Seguía siendo un ponchador.
Inquietudes semejantes despierta el Kid. ¿Habría superado los 500 rescates si no reacciona con disgusto en 2017, cuando los Tigres le quitaron el rol de cerrojo en medio de un slump? Tenía 35 años de nacido, aunque, en su caso, sí recibió una oportunidad en el siguiente Spring Training, con Filadelfia, y no pudo hacer el equipo.
Son los dos mejores apagafuegos venezolanos en la historia. No pareciera haber dudas con eso. Y Rodríguez gana la comparación final, por sus 437 salvamentos y su récord absoluto de 62 en una sola temporada, la de 2008. Pero ¿y si vamos al detalle? ¿Fue el caraqueño mucho más dominante que el mirandino?
Estamos frente a dos pitchers de características semejantes, después de todo. Y la comparación es atractiva.
Ambos comparten su capacidad para pasar por las armas a los rivales, de hecho. Aunque el Kid fusiló más adversarios, los dos tienen el mismo promedio de 10,5 por cada nueve innings. Es un dato fascinante.
Rodríguez fue seis veces al Juego de Estrellas, por dos de su antecesor. En tres ocasiones recibió votos para el premio Cy Young y en una fue considerado para el Jugador Más Valioso. Por Urbina nunca hubo votos en esas escogencias. Pero ese es un asunto de subjetividades. Omar Vizquel ganó 11 guantes de oro, está a las puertas del Salón de la Fama y, sin embargo, únicamente acudió en tres oportunidades al clásico de julio y solo en 1999 fue votado para el MVP.
Las estadísticas son más frías, no dependen de los gustos personales. Y ahí está la capacidad ponchadora de ambos para probar su parentela beisbolera.
También se parecen bastante en su capacidad para evitar los jonrones (0,9 contra 1,1 por cada nueve actos) y dar bases por bolas (3,6 contra 4,0 por cada nueve episodios), en los dos casos a favor del Kid.
La consistencia de Rodríguez es su mayor virtud. En más tiempo y más juegos, dejó 2.86 de efectividad. Su efectividad ajustada de 148 es todo un detalle de su dominio, pues significa que entre 2002 y 2017 fue un serpentinero 48 por ciento mejor que la media de las Grandes Ligas. Eso es bastante.
Urbina también fue muy bueno. Pero no tanto. Dejó 3.45 de efectividad y 128 de efectividad ajustada, es decir, fue 28 por ciento mejor que sus colegas mientras lanzó en las Mayores.
El margen a favor del Kid se debe a su capacidad para evitar los hits y a que, claro, dio algunas transferencias menos. Por eso gana en WHIP (1.16 contra 1.21) y su FIP es francamente mejor (3.31 contra 3.70).
Ese último baremo es interesante, porque la efectividad depende en parte de cuán buenos sean los defensores detrás del monticulista. En cambio, el FIP se centra únicamente en calcular cuántos ponches, cuántos jonrones y cuántos pasaportes acumula un tirador. Si alguien tiene la mala suerte de contar con Jhonny Peralta en el short, en lugar de tener a un Vizquel, muchas de las carreras que permita serán limpias injustamente, porque un mejor torpedero habría convertido muchos hits en outs, evitándole rayitas.
Allí se abre la brecha que separa a los dos mejores apagafuegos venezolanos que haya habido hasta ahora. Y esa fosa se hace más profunda debido a que el camino de Rodríguez fue mucho más extenso, lo que le añade valor a su cosecha.
El Kid es el serpentinero criollo con más torneos en la MLB (16) y más encuentros lanzados (948). En parte eso explica que sea también el apagafuegos con mejor WAR (24.1), que no es mucho, pues los bomberos son muy subestimados en el cálculo de las victorias sobre jugadores de reemplazo).
Como sea, ese WAR es casi el doble respecto al taponero que le sigue. Y no, el que le sigue no es Urbina (13.3), sino Rafael Betancourt (14.1), gracias a la habilidad ponchadora y control casi perfecto de este último.
Rodríguez se estrenó en grande, cuando fue llamado de las Menores en plena recta final de 2002. A partir de allí fue tan constante y tan bueno en lo que hizo —sacar outs importantes—, que eclipsó por completo a quien había sido el relevista número uno de Venezuela antes que él.