Grandeligas y ligamenoristas esperan, sin tener claro qué pasará después de mayo, que marca por ahora una frontera financiera en la contingencia diseñada por la MLB y que puede ser el mes de la reanudación, según los planes hasta ahora expuestos
Por Ignacio Serrano
ElPlaneta.com
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El prospecto venezolano Bryan Mata subió a su cuenta en Twitter un video que dice mucho en pocos segundos sobre cómo viven el aislamiento social forzado los peloteros de Grandes Ligas y Ligas Menores, incluyendo centenares de latinoamericanos como él: en plena calle vacía, frente a su casa en Estados Unidos, el pitcher derecho suelta el brazo sin la presencia de aficionados o compañeros.
Dos emojis, también elocuentes, completan el mensaje. Como único texto, las dos caritas amarillas tienen ese gesto de confusión y resignación con que las nuevas generaciones prefieren resumir ciertos estados de ánimo.
La confusión es general en estos tiempos marcados por los estragos del covid-19, el mal causado por el nuevo coronavirus, nacido en la ciudad china de Wuhan y extendido luego al planeta entero.
Rob Manfred, comisionado de la MLB, anunció el 12 de marzo la suspensión del Spring Training, cuando faltaban poco más de dos semanas para el Día Inaugural, y desde entonces elabora planes junto a los equipos y la Asociación de Peloteros, buscando alternativas para retomar la acción.
“Se extraña tanto estar de vuelta en el campo”, admite el cubano Yusniel Padron-Artiles, prospecto de los Medias Rojas de Boston, al igual que Mata. “No puedo seguir esperando las ganas de jugar”.
La mayoría de los integrantes de los patirrojos, como de otras organizaciones, recibieron la orden —o en el más leve de los casos, la sugerencia— de dejar los campos de entrenamiento en Arizona y Florida, para retirarse a sus hogares.
Phillips Valdez, otro prospecto bostoniano, es de los afortunados que consiguió llegar a casa. El monticulista es dominicano y pudo regresar a su natal San Pedro de Macorís. En los últimos días ha posteado fotografías en las redes sociales, preparándose físicamente o simplemente enviando un mensaje de conciencia a sus seguidores.
“Aislarnos hoy, para que cuando nos juntemos no falte nadie”, escribió Valdez en una de sus notas. Y en otra, parado sobre el techo de su vivienda, agregó: “Quédate abajo, arriba, pero quédate en casa”.
No todos han tenido la suerte de llegar a sus hogares. Debido a las sanciones que el gobierno de Donald Trump ha impuesto a Nicolás Maduro y su gabinete en Venezuela, primero, y ante la cancelación de los vuelos hacia el país suramericano desde Colombia y la República Dominicana, escalas que han sustituido los viajes directos desde Estados Unidos, muchos venezolanos tuvieron que regresarse a sus bases primaverales, con la incertidumbre de verse obligados a pagar por comida y casa, sin recibir un salario para poder costear esos gastos.
Y es que la decisión de la Gran Carpa ocasionó una honda oleada de temor, inicialmente. ¿Qué sucedería con los salarios caídos? ¿Qué pasaría con los ligamenoristas, que no están amparados por el sindicato de las Mayores? ¿Cuándo regresará la normalidad, si acaso eso es posible en 2020?
El primer punto quedó parcialmente resuelto con prontitud. La Asociación de Peloteros y la MLB acordaron crear un fondo de 170 millones de dólares para pagar una parte de lo que normalmente cobrarían los grandeligas, un pote que se empezó a usar en abril y abarcará también mayo.
Los pagos darán prioridad a los jugadores con menos experiencia, muchos de ellos procedentes de América Latina. Son quienes menos reciben en el Big Show, donde el salario promedio supera los 4 millones de dólares anuales.
El segundo punto causó mayor preocupación. Si bien el salario mínimo en las Mayores es de 563.500 dólares, en las Menores la realidad es otra, muy diferente: los peloteros mejor pagados en las granjas, esos que actúan en Triple A, apenas reciben como salario mínimo algo más de 10.000 dólares, que ingresan entre abril y agosto, cinco meses solamente, siempre y cuando haya temporada.
Los peloteros en desarrollo solo perciben viáticos durante el Spring Training, en marzo, y los playoffs, en septiembre. No cuentan con el paraguas del sindicato y los venezolanos, para más detalle, quedaron varados en Estados Unidos o la República Dominicana, donde se encuentran los de menos edad.
Manfred anunció en marzo que los clubes seguirían pagando un aproximado de 400 dólares diarios a los reclutas, decisión que se extendió por dos meses, para abarcar abril y mayo. Las medidas de aislamiento social, por ahora, no han golpeado tan duramente a los prospectos, aunque todavía no hay algo escrito en cuanto a qué sucederá con ellos a partir de junio.
Eso ha permitido que muchos jóvenes, sin la garantía económica de estar amparados por las Grandes Ligas, puedan llevar la crisis con relativo apremio. Mata suelta el brazo en la calle, frente a su casa, y el infielder panameño Jonathan Arauz, bajado en marzo a Triple A por los Medias Rojas, comparte composiciones en blanco y negro con sus seguidores, para dar a los niños una actividad recreativa en estos días de ocio.
La situación puede cambiar a partir de junio, si no se retoman los distintos torneos, desde la MLB hasta las granjas. Lo que remite al tercer punto.
Reportes de ESPN, el sitio The Athletic y el diario USA Today han dado a conocer en la última semana que las negociaciones entre Manfred, los equipos, el sindicato y autoridades estatales estadounidenses incluyen opciones concretas, como reanudar el beisbol en las bases de entrenamiento, bien sea solamente en Arizona, o en Arizona y Florida, sin público en las tribunas y con los peloteros, técnicos, umpires y personal de los medios de comunicación cumpliendo cuarentena.
“Si la alternativa es jugar en Arizona y encerrarnos durante cuatro meses y medio, sin ver a nuestras familias, lo vamos a hacer”, sostiene el pitcher venezolano Martín Pérez, miembro de la rotación de los Medias Rojas. “Hay jugadores a los que esto nos va a afectar para el año que viene, porque no tenemos contrato multianual. Necesito jugar para demostrar que estoy listo para la próxima temporada”.
Disputar un torneo en tales condiciones, con una Serie Mundial en noviembre, en un estadio techado y neutral, es una opción ante las enormes pérdidas que representarían para todos asumir 2020 como un año forzadamente sabático. Eso incluye a miles de empleados a destajo en los estadios, que por ahora reciben un pequeño ingreso gracias al fondo de 30 millones de dólares que crearon las 30 organizaciones, con lo que han podido compensar en parte a quienes solamente reciben ingresos cuando hay juegos en el parque donde trabajan.
El operado as Chris Sale, el ex manager Tony La Russa, miembro del Salón de la Fama, y Mike Matheny, piloto de los Reales de Kansas City, han resaltado un aspecto clave sobre retomar la acción en plena pandemia: pudiera convertirse en un estímulo para toda la sociedad, un modo de enviar un mensaje de optimismo a todo el país, no solamente a los aficionados al deporte.
Se trata de luchar en todos los frentes, incluso en los diamantes, contra el coronavirus, los graves perjuicios económicos y la falta de esperanza que causan el covid-19 y la cuarentena.
Publicado en El Planeta de Boston y El Tiempo Latino de Washington, el lunes 13 de abril de 2020. Aquí la nota original.